Comienzo y final.

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Las esposas lastimaban sus manos, pero a nadie le importaba esa mierda eso. Miro a través del retrovisor, pero él le esquivaba la mirada. Era irónico darse cuenta de lo rápido que pasa la vida criminal y lo lento que es su final, camino a la federal. Mataría por una última carrera con la SL.

Las rutas se alargaban, la autopista se vaciaba y tenías el tiempo de pensar en todos tus pecados; pero Freddy solo pensaba en lo único que hizo bien. Era como las cosas debían acabar y lo tenía asumido. Las puertas de prisión se abrieron, y las placas dieron pase a las tres patrullas y las dos marys.

Le sacaron a empujones del auto, pero eso no era lo que más le molestaba; odiaba tener que morir con ese maldito color naranja. Si ibas a morir, tenía que ser con tu mejor vestimenta, y siempre deseo morir de traje negro, cadenas caras y lentes oscuros. "Contra el paredón", le mandaron.

- En posición –ordenó el Superintendente, paseándose entre sus agentes y él.

- Cuanto puto protocolo para pegarme un tiro –se quejó.

- Cierra la puta boca.

- Ciérramela –desafió.

Por fin, obtuvo la mirada de Conway y sonrió a él con mucha más picardía. Siempre se había salvado por los pelos de todas las situaciones, hoy era distinto. Jack no podía hacer nada.

- ¿Listas, nenas? –interrogó a sus agentes. Las armas apuntaron-. ¿Algo que decir, Trucazo?

- Dispárame, pero con amor –rio por última vez.

Conway se posicionó entre sus policías, justo en medio. Elevó el arma en sus manos y sus miradas se conectaron de nuevo, sin miedos. El mundo desapareció para él en ese momento, quería que la bala que se llevará la vida fuese de ese hombre.

Mataría tan solo por un último roce de su boca.



Tiempo atrás...



Dejó a sus hombres trabajando. Un par tenían que hacerse cargo de un intercambio con gente amiga; los demás venderían droga hasta acabarla. Saludó a Jowy, montado en el Audi y salió de la sede.

Arregló sus lentes oscuros y la cadena de plata en su cuello. Vería a un "amigo especial". Venía trabajando con él por un bien común, confiaba en que ese sujeto estaba tan loco como él y a la vez, era alguien a quien muchos temían por una razón muy grande. Ahora lo tenía a su disposición, y no iba a aprovecharse de él más de lo necesario; sabía que jugar con fuego solo acababa mal. Sabía hacer felices a las personas que quería en su mano, y a Jack le gustaban los obedientes; Volkov era el mejor ejemplo de un soldado eficiente para Conway. Sin preguntas, sin dudas, solo acatar órdenes. Tenía que adoptar ese comportamiento, al menos, lo suficiente para mantenerlo contento con su trabajo.

Había prometido darle una sorpresa desde hace tiempo, y a Freddy le encantaban las sorpresas. El último de sus mensajes: una ubicación. "En camino", respondió. Tendría que dar un par de vueltas y tomar otro auto, como cada vez que lograba su atención y quedaban en alguna parte. Motocicleta negra, pocas veces vista en sus manos. Espero en las sombras a que alguien le hubiese seguido.

Ante la vista segura, se dirigió rápidamente a la marca en su GPS. A su derecha, sin que se acercara, la puerta de un garaje se elevó. Miró arriba, notó las cámaras que seguían sus movimientos. Supuso que tendría que guardar la motocicleta donde nadie la viera, y solo dentro se quitó el casco.

- Que lento eres –se quejó quien fumaba en la esquina del garaje.

Era extraño verlo sin el traje de siempre y la pistolera; tampoco iba a decir que la ropa militar le quedaba mal.

- Buenos días, ¿No? ¿Dormimos juntos o qué, neno?

- Sígueme.

Detrás de una vieja puerta, un lujoso ascensor se abrió para ellos.

- ¿Esta era la sorpresa? –interrogó, a la vez que las puertas se abrían, dejando ver un logo.

- No creerás que alguien como yo se conforma con "Superintendente" ¿No?

Habilidades, conocimientos, y demás, evidenciaban que Conway solo podía ser dos cosas. Secreta o mafia. Tuvo esas dudas desde un principio, si se trataba de la segunda opción, contarle su propósito hubiese sido un suicidio. Las letras CNI le entregaban cierta seguridad a sus pasos.

- Me gusta –sonrió.




- Así que... -Michelle inspeccionó al recién llegado- este es tu nuevo agente.

Freddy estaba en la oficina que pertenecía a Conway, desparramado sobre el escritorio y jugando con el Péndulo de Newton sobre este. Le había enseñado las instalaciones hace un rato y ahora, estaba esperando por su contrato. Jack y su jefa lo observaban desde la otra sala.

- A simple vista no parece muy inteligente –admitió-, pero lo es. Está llevando una investigación prácticamente solo. Tiene los contactos, la habilidad de conseguir lo que sea de quien sea, gente que le respalda y, sobre todo, aptitud.

- Si está aquí, es lo mínimo que espero. Encárgate.

La mujer se retiró, dejando en sus manos el contrato que la mayoría recibía al entrar. Era una simple formalidad, nada realmente estaba dicho en ese papel, como tampoco en ningún otro. Regreso a la oficina, tiró los documentos frente a Trucazo y volvió a sentarse en su escritorio.

- Firma.

Sin preguntar ni leer nada, Freddy robó una de las lapiceras de Conway, e hizo su firma en la parte baja. Amaba no tener que dar más explicaciones de las necesarias. El traerlo aquí era suficiente muestras de confianza, aquella de la que Trucazo había estado dudando.

- ¿Feliz, agente?

- Quiero un heli.

- Tu puta madre –suspiró cansando. 

Dispárame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora