68. En su búsqueda

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—Lo lamento —se escuchó a sí misma murmurar ante Ron, obligándose a apartar el tema rápidamente—. Eso debió ser horrible para Jennifer.

—Lo fue. Iban a la misma escuela que Harry de pequeño, ¿lo sabías? —preguntó y ella negó—. Yo tampoco, y mucho menos Harry.

—Ni siquiera sabía que Harry hubiera ido a una escuela muggle —murmuró. Sabía que Lily Potter era hija de muggles, pero según Hermione, Harry había sido criado en todo el ambiente mágico, así que no contaba con que Lily lo hubiera hecho asistir a una escuela muggle.

Ron asintió.

—Me enteré un poco antes de salir de Hogwarts. Fue... una conversación extraña.

Hermione, sintiendo que había prolongado demasiado su intento de disculpa, se aclaró la garganta y se giró a mirarlo con la esperanza de que él también la mirara a ella.

—Quería pedirte disculpas —comenzó en voz baja—. Mi actitud no fue la mejor y estoy de acuerdo en que saqué conclusiones demasiado rápidas y eso me llevó a ser muy estúpida e impulsiva. Lamento haber dicho todas esas cosas sobre Jennifer.

Ron por fin se giró a mirarla. La observó unos segundos en silencio y luego sus labios le regalaron una sonrisa de boca cerrada antes de encogerse de hombros.

—No importa —replicó, casi restándole importancia—. Así eres tú, siempre buscas algo que no te de confianza para mantener seguros a los que te rodean. Sabía que alguno de ustedes dudaría de Jennifer cuando se enteraran que era una Lestrange. Por eso nunca les conté la razón del por qué terminamos en un principio, ¿recuerdas? Te dije que ustedes la odiarían apenas se enteraran y que yo no quería eso. Bueno, era esto y algo más, pero eso realmente prefiero que se quede solo conmigo.

—Está bien, estás en tu derecho —consoló Hermione, acercándose con cautela para darle un leve apretón a su brazo, dándole una sonrisa débil—. De igual manera no debí irme de esa manera contra ella, fueron mis inseguridades, y todo aumentó cuando encontré esas cartas y...

—¿Cartas? —preguntó Ron, frunciendo el ceño y ligeramente angustiado.

Hermione asintió.

—Jennifer tenía unas cartas escondidas en su habitación. Perdón por entrar a fisgonear, yo solo...

—¿Cartas de quién? —interrumpió.

—Mortífagos. Al menos eso parecía —contestó. Miró la reacción de Ron, y por la manera en que suspiró tan profundo y el cómo sus músculos se tensaron, se dio cuenta que él ya lo sabía—. ¿Qué pasa con ello?

—Nada —dijo—. Solo que creí que había dejado de suceder. Larga historia, Hermione, realmente ahora estoy muy cansado para explicarte.

Ella no quiso insistir porque sí se veía muy cansado; además, no era de su incumbencia, por más curiosidad que tuviera.

Pasaron en silencio unos minutos, ambos disfrutando de la compañía del otro hasta que Hermione decidió que su cansancio ya no podía más. Le dijo a Ron que él también debía ir a dormir unas horas pero insistió en que quería quedarse ahí un tiempo más. Ella no tuvo más remedio que ceder y luego se alejó para posteriormente ir hasta su habitación.

Pidió un teléfono para llamar a sus padres, y se encontró con que ellos estaban bien. Habían salido de la ciudad desde dos días atrás, y todo lo que ella había escuchado por el teléfono la noche anterior había sido planeado por mortífagos con el único objetivo de ponerle los vellos de punta.

Su cuerpo cayó dormido apenas tocó la camilla, e incluso se olvidó de lo incómoda que esta era. Por fin pudo descansar después de tantas noches en el cuartel donde todo lo que pensaba era si los atacarían por las noches.

Perdóname de mil maneras [1]Where stories live. Discover now