ELEGIR

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Con el tiempo me volví más observadora y menos habladora.

Convertí mis lugares más queridos en altares, incluso, los que no se pueden tocar, esos que están en el alma.

Empecé a pasar de críticas y a sentir rechazo por ciertos tipos de temas, de personas y de actitudes que sentía que no me dejaban nada bueno.

Cosas que antes me parecían cotidianas empezaron a causar mucho ruido.

Empecé a valorarme, a no sentirme menos ni más que nadie. Aprendí que en ciertos momentos debo ser un poco más egoísta y hacer lo que yo quiera, sin mirar más allá.

Me he dado cuenta que debo tener claro quién sí y quién no. Que hay gente que se quedaría por ti y gente que se iría sin mirar atrás. Que no todo el mundo merece una segunda oportunidad. Y que hay sentimientos que son veneno, pero yo ya no estoy para más guerras, prefiero la paz. Y si, la paz también se elige.

Aprendí que cuanto menos mires a tu alrededor más se ve para adentro, pero que eso no significa no pensar en los demás; cuidar y amar a quienes nos hacen bien es tan necesario como amarnos a nosotros mismos.

Con el tiempo llegaron las tardes para mí; tardes de manta y Netflix, de leer y de comer palomitas. De sentir paz, y eso, déjame que te diga, eso no significa que no me pasen cosas dolorosas, sino que aunque pasen, lo que tengo, vale mucho más. A veces es necesaria la tristeza, para superarla y poder seguir adelante

Y así es como menos es más y poco es mucho, y pequeño es grande.

Y así es como nos caen las fichas, cuando por fin lo decidimos o por fin lo necesitamos, empezamos a cambiar los caminos.

Y está bien.

Te lo juro.

A veces frenar un segundo en la esquina, y escucharte antes de seguir, te puede cambiar todo el viaje.

Por un lado.

O para el otro.

Elegir.

Siempre elegir.

Si te gustan mis textos me ayudarías mucho con un like 🧡

Quiérete mucho, pero sobre todo, quiérete bien. Where stories live. Discover now