—¿Cómo está tu brazo? —le preguntó luego de unos segundos. Alex frunció el ceño. Austin estaba raro… muy raro. 

—Mejor —se limitó a contestar —Oye… no es que sea extraño en ti, ni nada por el estilo. Pero ¿Por qué estás sonriendo como imbécil? 

Austin giró la cabeza para observarlo, y entonces comenzó a reír. Alex arqueó una ceja. 

—No lo sé —siguió riendo —Dime, tú ¿Por qué tienes esa cara de idiota?

El pelinegro se tensó. ¿Tanto se le notaba? Pero no podía agarrar y decirle a Austin que Gretta había ido a verlo y que casi la besa. Sería como estar a punto de cavar su propia tumba. Ya que él le había dejado claro que no quería que ellos se vieran hasta que las cosas estuvieran arregladas con los Montoya. 

—No… nada, nada —miró al techo tratando de pensar en otra cosa para cambiar de tema y que él no lo descubriera. Y de repente sonrió —Ya sé por qué estas así. 

—Ah, ¿si? ¿Por qué? —inquirió él.

—Porque vino la hija del jefe —sonrió con picardía. Austin lo miró algo sorprendido. No esperaba que Alex dijera eso —La chica de la foto que tenías escondida…

—Claro que no —aseguró.

—Oh, vamos, primo, ambos sabemos que si.

—Que no, idiota.

— Austin está enamorado, Austin está enamorado —comenzó a cantar.

Austin tomó una almohada y se la arrojó, golpeándolo en la cabeza. Alex carcajeó y se apretó el brazo fingiendo que le había pegado allí. 

—Pareces un niño, Alex —lo regañó —¿Qué va a pensar Gretta?

Alex sonrió con soberbia.

—Ella me ama de cualquier forma.

—Si, si, seguro —ironizó Austin.

Se quedaron en silencio. Austin miró fijo al techo y una tonta sonrisa se curvó en su rostro.

¿Por qué se sentía tan idiota? Todavía tenía en sus oídos el retumbe de su risa. No había cambiado nada… era igual de contagiosa que siempre. Y se sentía extraño por lo que había pasado en la caballeriza. Si el amigo de ella no hubiese entrado, quizás él hubiese hecho una estupidez.

¿Sería solo un amigo? Había algo muy raro en ese amigo. Más bien daba la vista de ser una… amiga. Sacudió la cabeza y se levantó.

—¿Quieres que le diga a mamá que te traiga algo para desayunar? —le preguntó.

—Mmm —pensó él mientras se tapaba hasta el cuello —Puede que quiera unos waffles con mucha

miel, un tazón de cereales, un poco de jugo de naranja y… ¡Tocino! Si que quiero eso. También

sería muy agradable un pan tostado con mantequilla y un café con leche, con mucha canela…

—¿Y si mejor te traigo el refrigerador completo? —le preguntó Austin con sarcasmo.

—Disculpe usted, señor Campo comedor de carne compulsivo. Pero necesito reponer fuerzas comiendo cosas saludables.

—El tocino no es saludable —dijo Austin. 

—Claro que lo es. Sino mírate… te la pasas comiendo porquerías y eres el hombre por las que todas las muchachas del pueblo suspiran —hizo ojitos.

Austin no pudo evitar reír.

—Eres un idiota, Alex.

—Ya, vete… tráeme el desayuno.

Austin salió de allí y se dirigió a la cocina. Se detuvo al escuchar una voz allí.

—¿Por qué me hablas así? —preguntó ella. Austin se asomó un poco y la divisó hablando

desde un celular. Frunció el ceño —Ya te dije por qué acepté acompañar a papá… era importante para él que yo viniera — Austin se acercó un poco más para escuchar mejor —No me interesa nada de lo que hay en este campo, maldita sea —y sintió un presión en medio del pecho al escuchar aquellas palabras —¡Tú no quisiste acompañarme! —ella comenzó a llorar —¡Tuve que pedirle a Matt que lo hiciera! ¡Tú nunca estás disponible! —no le gustaba verla llorar, jamás le había gustado —¿Por qué me haces estás cosas, Ashton? —se tomó la frente con una mano mientras apretaba los labios —¿Sabes qué? Haz lo que quieras. ¿Quieres dejarme? Hazlo.

¿Quieres engañarme? Hazlo. ¿Quieres… irte al demonio? Hazlo. Al final Mattie siempre tiene la razón… no vales la pena —aquel infeliz que la estaba haciendo derramar lágrimas debía ser su pareja. Eso lo llenó de una extraña angustia —¡No, no me pidas perdón ahora, idiota! Siempre

haces lo mismo… Aaargh, no quiero seguir hablando contigo. 

Cortó y se sentó en una de las sillas con la cabeza gacha. Austin quiso entrar allí y acercarse a

ella para abrazarla. Cuando eran niños siempre era él el que la consolaba y cuidaba de todo lo que pudiera hacerle mal. Tal vez ahora también podía hacerlo. Iba a entrar pero alguien se leadelantó. 

Matt ingresó a la cocina y se arrodilló frente a ella. ______(TN) lo abrazó por el cuello rápidamente y se echó a llorar con más fuerza.

Austin sonrió con amargura. Él ya no era su mejor amigo. Ya no era el que secaba sus lágrimas, ni el que la hacía reír para hacerla sentir mejor.

Alguien más ya había ocupado ese puesto. Y al parecer no era el único puesto que le habían usurpado. Su corazón también estaba ocupado por otro. 

Soltó un suspiro. Aquello no tendría que importarle. Pero… ¡diablos! le importaba. Sacudió la

cabeza y salió de allí antes de que alguno de los dos lo viera. 

Era hora de entender que las cosas habían cambiado. Él ya no tenía 13, ella ya no tenía 12. Y sus corazones estaban en distintos caminos.

Wild Horses - Austin Mahone y TúOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz