Su cara se fruncía, mientras de sus ojos brotaban lágrimas, una tras una.


"Es tu culpa"

"Por tu culpa él ya no está aquí"

"Todo esto lo causaste tú"

"Lo causaste tú"

"Tú"


Una voz creó un fuerte eco en la habitación. A la cual Hult respondió, soltando una alarido —¡Ya basta! —gritó el chico. Me dio la impresión de que esta voz, realmente estaba en su cabeza. Y que por alguna razón yo también la escuchaba. Tan extraño como mi estancia aquí. ¿Lo estaba viendo?... No era un recuerdo porque Hult llevaba el tatuaje del girasol. ¿Pero cómo podía estar aquí?


"Tú causaste su muerte"

"Causaste su muerte"

"¿Sientes el dolor?"

"¿Sientes el dolor?"

"Acostúmbrate al dolor"

"Acostúmbrate al dolor"


Esta voz era escalofriante y mientras más hablaba, más daño le hacía a Hult. Sus rodillas golpearon el suelo, se retorcía con dolor. Quería abrazarlo, quería agarrarlo, pero no podía hacerlo —¡No lo escuches Hult! —grité. Grité en vano. El chico soltaba gemidos, y alaridos a todo pulmón.

Una sombra tenue, crecía en la pared de enfrente. Esa sombra me recordó mucho a la de mis pesadillas. Una sombra gigante. Tragué saliva y tomé la valentía de girar y ver de dónde provenía.

Cuando giré, me encontré con un gran hombre, mirando con malicia a Hult. Así como el chico, este hombre no podía notar mi presencia. No distinguía quién era, solo podía ver como sus labios se movían, y cuando se movían, Hult lanzaba más alaridos de dolor punzante. La persona dio otros pasos más, y claramente vi su rostro... Era.... era....


—¡Beans! —exalta desperté. Sudando, todo mi cuerpo sudaba intensamente. Mi respiración agitada me hacía sentir mareada por la falta de oxígeno. Miré a todas partes, reconociendo mi habitación. Estaba en mi habitación. No era un sueño, no fue un recuerdo. Estoy segura que fue una visión actual. Beans estaba vivo. Oh dios mío, todo este tiempo fue él. Beans era el ocasionante de las voces de Hult, el mensaje amenazando, las pisadas extrañas de la otra vez, ¡la muerte de Callum!

Disparada me levanté de la cama, no me interesó cambiarme, apenas me puse unos zapatos. Mierda, mierda. Era él, yo lo había visto. Mi mano nerviosa e inútil hizo un intento de agarrar mi celular, tambaleándolo un par de veces. Busqué el número de Hult y le marqué.

Pero la llamada fue rechazada porque me había bloqueado. Tenía que avisarle, tenía que decirle que Beans estaba vivo. La única manera era ir a su apartamento.

Bajé saltándome de tres en tres los escalones. Agarré mis llaves, ni siquiera cerré la puerta de la casa al salir. Entré al auto y lo encendí. Los cauchos sonaron, cuando en reversa di la vuelta para agarrar la calle que me llevaba directo y más rápido a su casa. No era fan de manejar rápido por la calles de la ciudad. Pero esto era urgente.

Marqué el número de Atom, tratando de no apartar la vista del camino, y lo llamé. Repicó tres veces y fui enviada al buzón de voz—¡Justo en este preciso momento! —gruñí. Giré en la tercera calle, que por suerte el semáforo estaba a mi favor. Aceleré más, el motor rugió. Esquivé varios autos que parecían ser conducidos por abuelos. ¡Dios, mis abuelos manejaban mejor!

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now