Capítulo 9. «Deseos profundos»

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Ranik sentía que la furia haría estallar lo poco que quedaba de su temperamento. Varia era bella. Había cierto encanto que le sobrevenía solo por el hecho de ser una diosa, su aura era encantadora y seductora sin que siquiera lo intentara. A eso le podía agregar que Ranik era un hombre y también tenía ciertas necesidades que, es cierto, antes había satisfecho y que en aquel momento le cargaban con pesadez. No es que no la deseara, es que simplemente no quería hacerlo. No por Amaris, no por un voto de castidad, sino por él mismo. Esa parte de él, la que pensaba con su cuerpo y mortalidad, se había ido. Parecía ya no quedar nada de ella.

—Deja de pensar que sigues muerto —dijo Varia—. No lo estás. Esa parte muerta de tí es aquella que está llena de dolor. Déjame ayudarte.

Varia tuvo los labios sobre él antes de que Ranik pudiera siquiera notarlo. Fue algo rápido, frenético, y las fuerzas del poder de Varia hicieron que Ranik, aturdido, no se separara de ella por varios segundos. Entonces ella se separó, y dijo:

—Así no es divertido. Necesito hacerte caer sin usar mis poderes.

Ranik estaba respirando con rapidez, aún aturdido. Quería más, y eso le asustó. Varia realmente traía ese lado carnal y mortal de vuelta a él.

—Yo...

—Vístete —fue como ella lo silenció—: El día de hoy Adaliah necesitará ayuda extra.

Ranik llegó a la cocina justo a tiempo para ver cómo Skrain y Akhor discutían entre ellos sobre la comida y lo que se debía servir aquel día. La presencia de Akhor hizo que Ranik se sintiera contrariado, más no hizo nada para evidenciarlo, sino que mantuvo su atención en hacer los preparativos con ayuda de Connor. Ya habían encendido todos los hornos y traído todos los utensilios cuando Adaliah gritó, furiosa:

—¡Hoy no los necesito, a ninguno de los dos!

No les dió tiempo ni de quejarse, Adaliah fue tan severa que ambos fueron enseguida. Ranik se acercó a ella, y, preocupado, preguntó:

—¿Estás bien?

Adaliah asintió. Ranik se detuvo por un momento a apreciar su belleza, diferente por completo a la de Varia, Amaris, o la misma Piperina. Adaliah era fuerte, su apariencia, hasta cierto punto, era más tosca que delicada. Tenía rasgos fuertes, cejas tupidas, labios carnosos, un rostro angulado y fuerte. Su piel clara estaba un tanto sonrojada, y las pequeñas marcas de la piel como pecas o lunares eran todos de un tono amarillento o castaño que adornaban aquel cuerpo delgado y largo.

—¿Te encuentras bien tú? —le devolvió Adaliah, que frunció el ceño hacia él, curiosa. Ranik no podía detenerse, en un segundo estaba pasando su mano sobre la mejilla de Adaliah, al otro tenía sus labios peligrosamente cerca de los de ella. Solo fue un beso sencillo de pico, supo contenerse. Aún así, eso fue suficiente como para que todos entraran en pánico.

—¿Cómo te atreves? —vociferó Akhor. Había ido a buscar a Varia y justo iban entrando en aquel momento.

Ranik salió huyendo de la habitación. Sabía que sus acciones tenían que ver con Varia, y necesitaba con todas sus fuerzas controlarse antes de que hiciera alguna otra tontería.

Adaliah, por su parte, se mantuvo inerte mientras Varia y Akhor discutían a su lado. No sabía que estaba sucediendo. De entre todas las personas, Ranik era el que parecía tener los pies más puestos en la tierra solo después de Piperina, que literalmente dominaba todo lo que tenía que ver con eso. ¿Y llegar a besarla? ¿Así? No tenía sentido.

Varia estaba que se moría de la risa. Akhor parecía furioso, más ella simplemente veía todo con tranquilidad y desenfado.

—Pero mira que eres una rompecorazones —le dijo a Adaliah para romper el hielo y traerla de vuelta del mundo de los pensamientos—. He intentado conquistar a Ranik por días y no ha sucumbido. Solo los dioses sabrán que bicho le ha picado.

Murmullos de Skrainحيث تعيش القصص. اكتشف الآن