Ya se iba, tomando de nuevo su cabello con vanidad, cuando de pronto paró y volvió a darse la vuelta.

- ¡Por cierto! ¿Dijiste que nunca habías estado aquí? - El cliente asintió - Bien. . . Si vienes solo, tal vez te interese esto - Hizo entrega de lo que parecía un pequeño folleto, o más bien una tarjeta -. . . si esperas a alguien, en especial a una chica - Bromeó fingiendo privacidad de nuevo - yo diría que lo guardes. Pero tal vez te sirva después, ahorita llego con tu bebida.

Se retiró contoneando un poco toda su anatomía, pareciéndole una de las personas más lindas que había visto.

Revisó el informativo que le fue entregado, leyendo atento:

«Mira a tu alrededor, ¿te ha gustado alguno de nuestros mesero/as? ¡Puedes pasar un bonito rato con ellos! Eso sí, fíjate que esté dispuesto, solamente debes ver sus manos, ¿lo ves? ¿un suave terciopelo? El cielo es más suave, y puedes tocarlo.

Si quieres este placentero servicio, sólo debes pedirlo en la barra, el nombre de tu seleccionado, lo tienen en un gafete, ¡o ellos mismos te lo habrán dicho! Ahí se te dirá la tarifa que cuesta un cómodo momento junto a ella/él»

Dib soltó la tarjeta con gracia, no era como que le apenaba, pero le parecía una manera muy elocuente y ortodoxo de ofrecer servicios sexuales, además de que seguramente el bar habría de ser selecto en quien trabajaba como mesero, ya que, viéndolo bien, todos eran mínimamente atractivos, tenían algo que los hacían deseables, así no fuera la mujer más delgada, el hombre más alto, labios carnosos o pecho formidable, parecían ciertamente pedazos de cielo.

Y la verdad era que casi podía apostar porque todos tenían los mencionados guantes, solamente uno o dos se exentaban de ello.

Cuando volviera el chico de lindos ojos y le preguntara si «quería algo más» seguramente no podría ocultar la pequeña risa que le provocaría el doble sentido de la cuestión.

Pero el asunto es que quien lo volvió a atender no era su mesero, que con pronta presentación ya era su favorito, sino una chica pálida y delgada, pero que con el uniforme femenino resaltaba una figura muy linda, además de que su cabello corto y tintado de violeta era fácilmente atrapante

- Hola, Tak para servir, perdona si te hicimos esperar. - Dijo mientras volvía a limpiar el área donde dejaría la copa de cristal. - ¿Algo más que quieras? Me atrevo a decir, que tenemos fruta deliciosa, está cubierta de chocolate, por si se te ofrece acompañar algo dulce con una bebida cómo es la piña - Sonreía cautivadora, dirigiéndose a él con atención

- No gracias, es todo por ahora. - Respondió sonriente

- Si, por cierto, tengo algo que darte, realmente creo que sería bueno que le eches un vistazo - Sacaba de su delantal lo que era una tarjeta como la que ya le habían dado

- Oh, no, no, ya tengo una - La enseñó con cierta vergüenza y la fémina se disculpó, acto seguido se retiró.

Pasaron ciertos minutos, en los que reanudó su lectura, pero, la intriga de saber dónde se habría metido su camarero le asaltaba cada cuanto, si acaso entregó ciertos servicios, ¿dónde era? Que no veía lugar por donde se había podido escabullir con un cliente.

Aunque, no pudo mantener su atención en sus pensamientos, puesto que ésta misma fue captada hacia la puerta sin inscripción, solamente los que estaban lejanos del bullicio común fueron capaz de escuchar y ver al chico saliendo con un portazo de la habitación, incluso el chico que atendía la hará, quien le incriminaba por aparentemente, salir antes de tiempo.

Pero si observas bien, se notaba que su melena oscura, que parecía que cuidaba mucho, estaba despeinada, y sus ropas un poco rasgadas, en especial su delantal, que daba la impresión de ser una falda a simple vista.

T͜͡w͜͡e͜͡n͜͡t͜͡y͜͡ S͜͡o͜͡n͜͡g͜͡s͜͡-s͜͡h͜͡o͜͡t͜͡s͜͡  ❣︎Where stories live. Discover now