Capítulo 15: Soy completamente de ti.

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—Confío en ti —musité. Él asintió a medias, para volverse a mis labios. Con sus manos tomó mis muslos y los llevó a cada lado de su cuerpo, más arriba de su torso, indicando que los dejara así. Las yemas de sus dedos rozaban por mi estómago. Hult dejó de besarme, para mirarme. Solo para mirarme. Sentí algo rozar contra mi zona sensible. Hasta que empujó sus caderas, penetrándome.

Fugaz, mis ojos se cerraron y mis dientes crujieron al cerrarse fuertemente. Algo se me rompería, o me desgarraría. Dolía mucho. Sí que dolía. La paredes de mi zona, se estiraban cuando Hult empujaba.

—Hult, duele, duele —repliqué en un chillido. ¿Esto era por lo que las chicas hormonales soñaban? ¿Este dolor?

—Shh. Solo al principio, tienes que relajarte. O dolerá más —espetó. Intenté hacer lo que me dijo, inhalé y exhalé un par de veces. Tomé a Hult por el cuello, pero mis manos bajaron hasta su espalda, incrustando mis uñas en ella, cuando volvió a empujar. El castaño dejó salir un gemido —Me gusta que hagas eso — gruñó muy bajito.

—No lo adentres todo —supliqué sin aire.

—Apenas ha entrado la punta, Gwen —respondió muy obvio. Abrí mis ojos para observar la diversión que había en su cara. Impactó sus labios con los míos, creando un beso descontrolado, rápido. Tanto así, para que el dolor se me olvidara. Bajó unas de sus manos, hasta mi clítoris. Donde con sus dedos lo movió en círculos, constantemente. Había empujado una vez más. Mis dientes sin querer mordieron su labio superior. Me di cuenta que había roto su labio, al sentir el sabor de hierro en mi boca.

—Lo—lo siento por eso —tartamudeé, trataba de controlar el dolor. Mis paredes vaginales definitivamente se desgarrarían. Él no respondió, siguiendo el voraz beso. Su cuerpo ardía, tanto como el mío.

Embistió dentro de mi, una y otra vez. Sacándolo y volviéndolo a meter. Mis uñas pasaban con desespero en su espalda, él gemía cada vez que lo hacía. Yo gemía de dolor cuando entraba otra vez fuertemente.

—Maldición Gwen, aún no ha entrado por completo —espetó agitado. Su pecho se movía como se hubiese corrido un maratón. Me embistió nuevamente, y una lágrima salió por uno de mis ojos. Fue muy fuerte el estirón que sentí abajo. Hult se detuvo, y sus dos manos me sostuvieron de la cara —¿Te hice daño? ¿Te duele? Por favor Gwen, dime que pare si no quieres hacer esto —su tono de voz había salido con mucha preocupación. Sus ojos se movían por toda mi cara, analizando mi dolor.

Pero no quería que se detuviera, no sabía si era masoquista, pero este dolor se sentía placentero—No te detengas, sigue —pedí.

—¿Estás segura? —cuestionó. Le di mi mejor sonrisa y asentí. Levanté mi cabeza para atrapar sus labios con los míos, iniciando el beso. Hult bajó sus manos, pasándolas por mis senos. Seguía masajeando mi zona más sensible. Y volviendo a empujar. El dolor gradualmente se hacía más soportable. Tal vez el movimiento del dedo de Hult, ayudaba. Los muslos de mi vientre se contraían, cuando el ritmo de Hult comenzó a ser frenético, ya no empujaba de vez en cuando. Lo hacía constantemente.

—¡Uh! —gemí fuertemente. Mi cuerpo era agitado por los movimientos del chico. La respiración de Hult chocaba contra mi cuello. Para distraerme, pasé mis labios por su cuello. Succionandolo, algo que sabía que le gustaba. Hult gemía débilmente mientras lo hacía.

Un cosquilleo apareció en mi vientre. El pálido chico retiró su mano de ahí, no quería que se detuviera, me gustaba como se estaba sintiendo. Ahora me agarraba de los muslos, subiendo mis piernas más arriba. Cuando subía mis piernas, parecía que se le hacía más fácil entrar. Y para mi ya no era tan doloroso, pero si sentía una molestia en el momento en que entraba.

Ángel 234(I&II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora