"Solo eres un traicionero"

"Traicionero"


La voz gritaba, gritaba de una manera atormentante. Creí que mi mandíbula se rompería, por lo fuerte en que mordía.


—Ya... —intenté decir. El barandal me servía de apoyo para no caer al suelo.


"No la mereces"

"No mereces su amor"

"Solo eres una carga"

"Eres una carga"

"Acaba con esto"

"Acaba con esto"

"Acábalo"


Insistía la voz varias veces. Las lagrimas salían solas de mis ojos. Este dolor, era más fuerte que los anteriores. Esta voz... Intensificaba su poder dentro de mi. Era irresistible.


"¡Acábalo ahora mismo!"


Gritó. Mis piernas tambalearon por el mareo que me envolvía.

Ya no lo soportaba.

Ya no más.

Miré nuevamente hacía abajo. Era un lago profundo, y oscuro. Quién sabe qué cosas podrían haber ahí. La distancia era bastante larga. Tragué saliva. Mis manos sujetaron fuertemente la baranda, para impulsarme y colocar un pie encima de esta, y con ayuda, colocar el otro. Tomé equilibro, tambaleándome un par de veces por el alcohol, y lentamente me puse de pie encima de la baranda. ¿Qué es lo que hacía? Ya no lo sabía, no lo sabía en absoluto.

Miré hacia el cielo, las gotas rozaban mi cara constantemente. Y di un último vistazo al lago.

—Lo siento Gwen —murmuré. Mi cuerpo. Mi cuerpo se había inclinado hacia la nada, listo para la caída. Cerré los ojos.


Gwen Trainor.

Estábamos en el auto de Callum. En completo silencio. Ninguno de los tres había dicho ni una sola palabra desde que salimos. No comprendía bien qué estaba sucediendo. Y por qué ellos dos estaban tan preocupados. Pero lo que sabía era que buscábamos como locos a Hult. Les había dicho la información que Bailey me dio. Pero Atom ya sabía todo eso, los ángeles tienen vínculos mentales con otros. Y aunque Hult ya no sea completamente uno, Atom lo sigue siendo. Pudo divagar entre lo que sentía.

Era la verdadera razón de su estancia aquí. Llovía y se nos hacía más difícil ver el camino, ver las calles, o ver a las personas que caminaban bajo la lluvia. Ninguna de esas caras era la de mi chico. Cruzamos la quinta y última avenida, con eternas esperanzas de hallarlo.

A lo lejos, vislumbré su auto aparcado a un lado de la calle.

—¡Miren! ¡Su auto! —toqué frenéticamente el hombro de Atom, el chico miró al frente y le ordenó a Callum que parara. Apenas lo hizo, los tres bajamos como una bala y corrimos hacia su auto. Por mala suerte él no estaba ahí. Sus llaves seguían pegadas. Lo que me pareció extraño, y por la mirada confundida de Atom al darse cuenta de esto también, pude deducir que algo no andaba muy bien.

En cuestión de minutos mi cabello soltaba gotitas de agua por las puntas. Estábamos empapados y con mucho frío. Seguimos caminando en recta. Observé ese puente del que mi mamá siempre me hablaba, donde le había dicho a mi papá que estaba embarazada. Y donde mi papá le había pedido matrimonio. Sonreí, pero dejé de hacerlo al vislumbrar una silueta encima del barandal. Una silueta bastante alta. Una silueta, que llevaba tatuajes en sus brazos.

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now