El soñar del existir.

La música clásica en los hogares inhabitados.

Dolor.  Es lo que puedo sentir después de olvidar fumarme mi ultimo cigarro, pero esos perros callejeros me persiguieron por todo estas calles manchadas de recuerdos moribundos, como mi cuerpo. Hasta llegar hasta una esquina en donde figuraba una completa belleza de tantos olores desagradables que viven parte de mí. El frió se hacia cada vez mas fuerte en mi piel endeble y quejumbrosa, pero mis ojos agradecidos al encontrar el calor de mi hogar desamparado y solitario. Unas coloridas casas, llenas de luces, una luminosidad increíble. Haciendo correr una parte de mí hacia esas ventanas, para que con sus brazos las casas pudieran abrazarme como si no hubiera un mañana. 

Una pareja muy delicada, con pieles rosadas y sus trajes simpáticos hacían ver un hogar inverosímil. Un mundo diferente al que yo suelo vivir. Me puse a imaginarme cada parte de ellos, sus objetos, la mujer del hombre siendo mi esposa, posiblemente unos magníficos hijos debían tener, comida por montón y una felicidad ilimitada. Tan solo me preguntaba porque mi vida debía que llegar hasta el limite, recuerdos del pasado me atormentaban cada noche al sentirme inestable siendo un habitante de la calle. 

En esos instantes la pareja pudieron detallar mis monumentales ojos girando cada moviendo que ellos daban al bailar. Era algo inimaginable, hasta que dentro de unos segundos mis ojos solo podían mirar una cortina negra. Me habían cerrado aquella primordial vista al admirarles. Todo volvía a ser de la misma manera, ese limitado tiempo se había convertido en un sueño que necesitaba buscar, por más las consecuencias de mi pasado me hubieran llevado a estar sentado en una esquina, fumándome mis últimos cigarros, arrugados y con tantos sueños melancólicos que atormentaban mi vida, no solamente la mía, Si no el comienzo de esta maravillosa historia.