Y ahí, la magia comenzó.

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El ajetreo de la calle era algo usual a esa hora. Muchas personas salían de sus pequeñas cárceles llamadas oficinas, de sus trabajos de ensueño, de sus torturas diarias para salir adelante. Hyunjung no se consideraba en ninguno de los grupos, pero sí era alguien relativamente ocupada. Había concluido la universidad y ahora laboraba en una empresa farmacéutica como administrativa. Le apasionaba su trabajo, pero deseaba tener otra cosa en la qué distraerse y ser feliz. Lo había intentado todo, pero nada llenaba ese vacío tremendo que sentía. 

Tenía a su familia, padres, hermana y sobrina. Gatos, todo le hacía feliz pero necesitaba algo de emoción. Necesitaba ir más allá de la espaciosa oficina que le había asignado, y quería estar lejos de los dueños de la empresa elogiando sus habilidades y de sus compañeros que querían aprender de ella. No quería vivir así... O al menos, eso pasó cuando encontró en la acera una pequeña aglomeración de gente. Curiosa, se acercó para ver de qué se trataba. Había unas cuantas personas que tenían enormes cámaras, que parecían más bien las partes largas de los tanques de guerra. Otros con cámaras menos costosas, pero también potentes. Los demás, eran simples mortales que como ella, se habían acercado y ahora estaban atrapados en esa hermosa maraña de voces y melodías.

En una pequeña pizarra de tiza, se leía "Park SooBin presenta su álbum debut. Apoya también a los refugios de animales". Hyunjung leyó y una sonrisa se dibujó en su rostro, era realmente refrescante que una Idol apoyara a los animales desprotegidos. Y se dio cuenta que la voz de la joven era dulce, agradable y su canción era de las que se solían escuchar en los cafés. No pensarías que fuera parte del saturado mundo del kpop. Decidió tomar unos billetes de su cartera para dejar en la maleta donde ya había una buena suma de dinero. Aunque también era un buen pretexto para verla de cerca.

La joven seguía cantando con alegría, y al momento en que alzó la vista y notar que Hyunjung había dejado dinero, sonrió. 

Y ahí, la magia comenzó. 

Hyunjung no recordaba haber visto una sonrisa así. Radiante, llena de vida, brillante. Sus ojos formaban medias lunas, y podía jurar que en ellas vio estrellas. Sus mejillas eran de un color rosa similar al del durazno, y su cabello finas hebras de bronce, ya que tenía el cabello teñido de castaño. Tan suave y ligero que la suave brisa que soplaba los movía con gracia y de manera hipnotizante.

No supo por cuánto tiempo se quedó mirándola como una completa idiota, hasta que una ronda de aplausos le hizo apartarse mientras se acomodaba las gafas. Carraspeó antes de volver a un lugar algo escondido. Su corazón aún latía con fuerza, golpeaba su pecho queriendo salir de ahí y lanzarse a la joven que acababa de ver. La chica reía y hablaba de algo que Hyunjung no entendía. Su mente estaba centrada en aquella figura angelical, quien sostenía su guitarra con delicadeza, e invitaba al público a donar. De nueva cuenta, la música comenzó a sonar, y el ambiente aún era de fiesta y alegría.

Hyunjung sacó su teléfono rápidamente y se acercó a tomarle iba fotografía al cartel colocado cerca. Contenía un código QR que se enlazaba al perfil de Melon de aquella joven. 

Park SooBin. 

Hasta su nombre era precioso. Comenzó a seguirla, a darle corazones ahí y a descargar sus canciones. Estaba pendiente de cada evento, si bien su horario se le complicaba, si la encontraba cerca, iba a mirarla. No supo en qué momento sus momentos libres comenzaron a llenarse de Park SooBin. En unos meses ha tenía todo el merchandise posible, incluso pagaba buenas cantidades por mercancía que solamente daban en presentaciones. 

Hyunjung se había convertido en una gran fan. SooBin se había convertido en su razón de ser, en eso que llenaba ese pequeño vacío en su corazón. 

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