—¿Me dejas pasar? —levantó la mano, apuntando hacia adentro. Lancé un suspiro exasperado, ya que no me quedaba de otra. Con desdén, me abrí paso. Cerrando la puerta cuando entró.

—¿Qué mierda quieres? ¿Y por qué es tan importante para que vengas a joderme hasta mi habitación? —le había dado la espalda. Estaba arrugando las hojas ya usadas y tirándolas a la basura.

—Háblame de Evan —pidió ásperamente.

Ladeé un poco la cabeza para mirarlo de reojo—No me digas que ahora eres uno de esos niños adoptados que sienten interés por sus verdaderos padres —espeté de forma burlona y despectiva.

—Murió. ¿Estoy en lo correcto? —llevaba sus brazos cruzados. Me giré, para enfrentarlo.

—¿Cómo lo sabes?

—El día que visitaste a Gwen, totalmente ebrio —recalcó estas palabras con su boca. Tensé la mandíbula, puesto que su presencia y ahora que dijera eso, de esa forma irritaban mi poca paciencia—, salí con Gwen a caminar, y ella se iba a caer. Pero la tomé del brazo, y fue instantáneo... Simplemente me conecté— explicó con movimientos de manos.

—¿Qué carajos conectaste?— fruncí el ceño.

—Cuando era un niño, me dijiste que sería especial. Que haría cosas que otros no a medida que creciera. Pero esa especialidad nunca llegaba. Así que dejé de preocuparme. Sin embargo, una vez, cuando toqué a un completo extraño por equivocación pude conectar mi mente con la suya, divagando entre sus recuerdos. Puedo tocar a las personas y ver sus pensamientos o recuerdos—explicó. Me pasé las dos manos encima de mi cabello desarreglado.

—Ve al jodido punto Bailey —bufé más irritado que antes.

—Conecté mi mente con la de Gwen, sin querer. Y vi lo que ella vio. Como Evan te asesinó. Y como él terminó muriendo por igual —sus facciones se habían congelado. No mostraba emoción alguna, más que asco en sus palabras al referirse a Evan.

Marqué más mi ceño y dejé escapar una risa. De esas sarcásticas que salen de mi boca solas—Primero vienes a joderme la paciencia para decirme que el imbécil de tu padre está muerto, algo que ya sabes aparentemente porque husmeaste en la mente de mi novia.

—Él no es mi padre —endureció su voz. Dejándolo en firme.

—Sí, sí, da igual —moví mi mano para referirme a la poca importancia —¿Eso es todo?

Dirigí mis pies hacia la puerta. Esperando que me siguiera para que saliera y se fuera. Pero se quedó en el mismo sitio. Esto debe ser una jodida broma.

—¿En serio te desterraron por completo? ¿A ti y a Callum? —cuestionó. Este idiota jugaba el jodido niño de las preguntas infinitas.

—Sí, ahora vete antes de que haga algo de lo que me arrepienta —abrí la puerta y estiré un brazo mostrando claramente la salida.

—Tienes miedo —espetó de lo más normal. Lo miré inexpresivo.

—¿Dé que diablos hablas?

—Tienes miedo de ti. No me hace falta hacer contacto contigo para saberlo. Tu mente lo grita.

El dolor de mi cabeza estaba por comenzar, y mi paciencia a este imbécil se había consumido. La voz no tardaría en surgir, cabizbaja me tomé de la frente con la mano. Hice una débil mueca al sentir un martillazo en la parte trasera de mi cuello.

—Vete, coño. Vete de una puta vez Bailey —gruñí.

—Hay algo en tu mente, algo interfiriendo. ¿Te sientes mal?—preguntó. Ahora vislumbraba su silueta, se hacía más borrosa. La furia se desató en mi.

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now