Capítulo IV

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¿Seguír el corazón o el cerebro? | Diane

¿Cómo he podido hacerme engañar tan fácilmente? Todo ocurrió tan rápido que ni siquiera me di cuenta. Antes estaba desayunando tranquilamente con Elaine y diez minutos después estoy trabajando cómo camarera de un local que nunca había visto antes. Lo más vergonzoso es que tengo que llevar este uniforme tan extraño, hecho de una minifalda color púrpura y una prenda rosada que tenía un pañuelo colocado en el pecho del mismo color de la falda. Me siento un poco ridícula vestida así, però que puedo hacer...? Tengo que agradecer estos chicos de alguna manera. Meliodas dijo que si nos vestíamos así atraeríamos más clientes.

Y tenía razón.

— regreso en seguida — digo con una sonrisa dibujada en los labios, luego me dirigo hacia el rubio y le entrego el papelito con escrito el orden de aquel cliente. Este fue corriendo a agarrar las cervezas y de paso también dejar la hoja a lado de Ban. El alto chico albino leyó atentamente el papel y comenzó a cocinar. Mientras todo esto ocurría, yo me apresuraba a tomar los órdenes de los otros clientes junto a Elizabeth. Ella también traía puesta la uniforme y debo admitir que le queda bien.
Cuándo terminé me senté a lado de la barra y suspiré profondamente. Estoy realmente cansada, necesito descansar, además desde la mañana tengo este dolor de cabeza que no me deja en paz. Pongo mi mano en mi frente y pienso "creo que estoy enferma... mejor no digo nada, no quiero preocuparlos". Vi cómo Elizabeth se sienta a lado mío y eso me hizo amargar, pero hoy no tengo ganas de pelear, entonces decido quedarme callada. Después de recuperar el aliento, me dirigo a la cocina para tomar los platos y entregarlos a sus respectivos clientes. Allí veo Elaine ayudando a Ban a cocinar

... más o menos.

Ellos estaban jugando con la comida. "Parecen unos niños" pensé. Simplemente me río con ellos y hago lo que me propongo. Nunca imaginé que trabajar fuera divertido. Pasé toda mi vida dentro de esas paredes, no sabía nada del mundo exterior. Es bueno tener amigos y saber que puedes contar con ellos cuando los necesitas.

De repente siento una mano posarse en mi hombro, giré la cabeza y me di cuenta que Meliodas estaba justo enfrente de mí — ¡Buen trabajo! Nos has ayudado mucho con la gestión del local — dijo con una sonrisa en los labios. Estaba a punto de responder, que el chico rubio me interrumpe y me pregunta — lo siento mucho si te molesto mientras trabajas... quería pedirte un favor —. Me doy la vuelta y coloco la bandeja en la mesa que está a mi lado. El me da regala otra de sus contagiosas sonrisas — King tiene que ir a comprar las provisiones, ¿podrías acompañarlo? Probablemente si van en dos lo lograrán más rápido —

Dije que no había ningún problema. Después de agarrar mi abrigo, me dirigo hacia la salida del local. Allí afuera estaba aquel chico castaño esperándome con su solita sonrisa encantadora. Cada vez que me mira así me hace sonrojar. Es una sensación extraña que nunca había sentido con nadie. Cuando estoy con él... es cómo si todos los problemas desaparecieran. — hola, gracias por acompañarme... ¿vamos? — yo simplemente asentí. Comienzo a caminar a su lado. Cuánto más lo miro, más me viene de pensar que lo he visto en alguna parte. ¿Un baile? No creo, me lo acordaría. ¿Era un caballero? No no no...

No será que...

— nunca había visto el local tan lleno — comentó él. Me aparto de mis locas teorías y lo observo con atención "¿De Verdad?" pregunté. — Desde que están aquí, este lugar ha recuperado su esplendor. Hubo un tiempo en que el aire estaba muy pesado y la sensación que tenía cada vez que entraba al Sombrero de Jabalí... era de tristeza — King guardó silencio por un instante, como si estuviera recordando algo, luego continuó  — Pero todo cambió gracias a ustedes... ¡Especialmente gracias a ti Diane! Tu sonrisa puede transmitir felicidad a cualquiera —  al escuchar sus palabras, me sonrojé de inmediato.

Cómo nuestros destinos se cruzaronNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ