—&—


Habían pasado tres días desde que Yibo viajó de casa a la casa de campo de su abuelo Dan. Incluso tuvo la oportunidad de ver al anciano, realmente se veía enfermo y cansado, aunque no le dio gusto pensar al respecto se preguntó si realmente el anciano sobreviviría a la operación, había muy pocas probabilidades de que así fuera pero por supuesto, no se lo haría saber a su madre.

Se instaló en la casa muy rápido, ese mismo día, eligió la habitación que siempre solía tomar cuando iba de pequeño a visitar a su abuelo, había pasado tanto tiempo desde la última vez que estuvo ahí que sintió nostalgia al entrar a la no muy pequeña habitación, la casona era muy grande e incluso más para una sola persona.

Muchas veces Carman y él habían intentado convencer al abuelo Dan a que se mudara con ellos, así no estaría tan solo, sin embargo, el viejo, muy terco, se negaba, diciendo que no podía dejar su propiedad y sus tierra a la deriva. El maizal que rodeaba la casona era inmenso y Yibo sentía escalofríos al pensamiento de tener que estar solo en ese lugar por casi un mes.

Aunque, después de todo no estaba tan solo, tenía a Hada, un husky siberiano de cinco años de edad. A pesar que era la primera vez que conocía a la mascota, este pareció llevarse bien con él y rápidamente se hizo amigo del peludo animal.

—Hora de comer, Hada... ¡Vamos! —llamó Yibo tras dar un silbido y la mascota dio brincos de alegría siguiendo al nieto de su dueño hasta la cocina. Dio un ladrido cuando Yibo colocó su tazón de croquetas en el suelo y este acarició la cabeza del animal. —Buen chico... — dijo y dejó al perro comer tranquilo.

Eran las seis de la tarde, ya estaba oscureciendo y tenía que sacar a dar un paseo a Hada o este se enojaría. Yibo lo sabía desde la primera noche que estuvo ahí. Su madre le había mencionado que no olvidara darle un paseo después de su cena por la tarde y lo había olvidado, así que Hada estuvo actuando de manera extraña, ladrando y rascando la puerta de la habitación de Yibo pidiendo algo de atención. Así que se hizo una nota mental de no olvidar sacar a Hada de paseo después de la cena.

Prendió la TV antigua y le alzó el volumen, no es que quisiera realmente ver la televisión, quería sentirse menos solo y con el ruido de la televisión ayudaría. Se sentó a la mesa y comió un sándwich acompañado de una taza de café.

"Avistamiento de un objeto no identificado sobre el cielo en China. Lugareños dicen que fue hace unos instantes y que el objeto solo se dejó ver por unos segundos..."

Yibo alzó mirada a la pantalla y prestó atención, de pronto la noticia no parecía ser tan aburrida.

En la pantalla aparecía una mujer entrevistando a un hombre quién parecía estar emocionado por salir en la televisión por primera vez.

"— ¡Estaba dando un paseo cuando de repente vi un objeto en el cielo! —Mencionó el hombre —Al principio creí que era una estrella fugaz ¡Pero no tenía la forma de una! Así que decidí grabarlo —Dijo aparentemente sorprendido y emocionado —Cuando acerqué la imagen en mi celular ¡Parecía como un platillo volador! ¡No podía creerlo! —Reveló"

Yibo culminó su sándwich sin quitar la mirada de la pantalla y se mostró el video que el hombre había grabado. Efectivamente no parecía ser alguna roca espacial, tenía una forma ovoide y estaba suspendido en el cielo hasta que desapareció, pudo escuchar los gritos de asombro del hombre en el video, simplemente lo ignoró.

No era el primer video de objetos no identificados, aparentemente, dándoles una "visita", que había visto. No es que fuera escéptico al respecto, pero había leído libros, teorías y todas ellas decían que la probabilidad de tener una verdadera visita de vida inteligente era mínima, casi nula.

Sintió como algo parecía jalarle sus pantalones y al bajar la mirada se encontró con Hada moviendo su cola frenéticamente de un lado a otro. Había terminado su tazón de croquetas lo que significaba, hora de un corto paseo para el animal.

—No me he olvidado de eso, Hada —Yibo le dijo al animal cómo si este le entendiera —Vamos, amiguito

Yibo agarró la correa de Hada que se encontraba sobre un estante, su abrigo y las llaves de la casa. El verano recién había empezado así que las noches aún eran un poco frías. Cuando salió de la casa una fuerte ventisca le sopló en el rostro y este tiritó de frío.

—Andando —Movió la correa de Hada y ambos dieron una caminata alrededor de la casa, rodeando el maizal. Sin embargo, no pensaba entrar entre los maizales. Una vez de pequeño lo hizo mientras jugaba con su desaparecido primo. No recuerda muy bien cómo ocurrió, todo pasó muy rápido, solo estaban jugando a las escondidas y de pronto no lo volvió a ver.

Recuerda a su tía llorar desconsolada y haciéndole muchas preguntas sobre dónde su primo estaba, él solo dijo que estaban jugando a las escondidas entre el maizal, lo vio esconderse ahí, pero entonces había desaparecido. La policía hizo una exhaustiva búsqueda, lastimosamente no encontraron rastro de él...hasta la fecha.

Sacudió su cabeza alejando aquellos recuerdos y se enfocó en Hada quién al parecer había encontrado un buen lugar para defecar.

Alzó la mirada al cielo, era una noche bonita, llena de estrellas y la luna resplandecía plenamente. Había tantas cosas que quería saber, tantas cosas que se preguntaba, tantos misterios allá en el exterior.

—Sé que no somos los únicos aquí. —Murmuró para sí y sonrió. Se sentía como un loco hablando solo. Justo segundos antes de bajar su mirada observó algo moverse en el firmamento. Era un punto. ¿Una estrella?
Miro fijamente y siguió el movimiento del objeto... ¿estrella fugaz? Pensó.

El extraño objeto parecía dirigirse hacia él.

No.

Hacia el maizal.

—Mierda —Susurró. ¿Era un meteorito? ¿Un pedazo de metal de algún satélite? Tenía que salir de ahí cuanto antes — ¡Vámonos Hada! —Jaló la correa del animal y se apresuraron a casa. No estaba muy lejos así que no tardó mucho en llegar. Sacó torpemente las llaves de su bolsillo y cayeron al suelo. Chasqueó la lengua, levantó el llavero e insertó el metal en la puerta hasta que sintió un fuerte temblor. — ¡Mierda!

Hada había dejado de mover su cola y comenzó a ladrar en dirección al maizal, jalando su correa para que Yibo vaya a revisar. Este giró la cabeza y vio como grandes nubes de humo cubrían parte de la hierba. Sí, el objeto extraño había aterrizado justo ahí.

—Genial —Yibo murmuró. Miró a su alrededor y se encontró con una pequeña lámpara en un rincón, la tomó y avanzó junto con Hada hacia el maizal. Tragó pesado, realmente no quería entrar ahí, se había prometido no hacerlo después de la desaparición de su primo. Sin embargo algo había caído del cielo y tenía cierta curiosidad por saber que era.

Hada olfateaba y dirigía a Yibo quién sostenía la correa de la mascota con fuerza, tanto que sus nudillos se tornaron blancos. El humo penetró su nariz y tosió, alzando más la lámpara para alumbrar el camino. La mascota se detuvo y Yibo junto con él, era imposible avanzar más, el humo podría ahogarlos, no obstante, pudo divisar algo a unos pasos en frente de él.

— ¿Qué es eso? —Se preguntó. Soltó la correa de Hada y caminó hacia el elemento.

Ya no salía humo del objeto y ya que era un lugar abierto, este se mezcló en el ambiente hasta disiparse.

Lo que Yibo vio a continuación hizo que su respiración quede atorada en su garganta.

El objeto no era un meteorito.

Era una especie de... ¿nave? Tenía el aspecto de una. Pero no una nave común. Era redonda y parecía albergar a alguien o algo ahí dentro.

El objeto estaba dañado por el impacto y Yibo temió que en cualquier momento estallara.

Sin embargo, su curiosidad pudo más. Se acercó al objeto con lámpara en mano y examinó los bordes, incluso quiso tocarlo pero decidió finalmente no hacerlo.

En la parte trasera había una puerta, o lo que parecía ser una. Llevó su mano temblorosa al material, estaba sudando frío y tragó pesado antes de rozar la yema de los dedos con el objeto extraño.

Dio un brinco hacia atrás y cayó sentado cuando la puerta se abrió lentamente y salió una especie de humo blanco como la neblina. Retrocedió aún sentado y Hada se acercó al joven quién estaba estupefacto, con los ojos y boca bien abiertos.

No pasó muchos segundos para que un cuerpo, qué parecía el de una persona, se asomara a la puerta del objeto y cayera rendido al suelo en un sonido seco. Yibo no logró ver lo que sea que había caído, gateó hacia la figura tendida en el suelo y observó con cuidado a la vez que buscaba con su mano la lámpara que había sido olvidada a un lado.

Iluminó el cuerpo en el suelo.

Era una persona.

Tenía los ojos cerrados, tenía el cabello largo, negro y su piel era pálida. Su contextura era delgada y estaba vestido con un extraño traje negro. En su espalda llevaba una mochila pequeña, más parecía una caja metálica.

¿Será una bomba? Pensó ingenuamente.

Tocó con su dedo el cuerpo inconsciente. No se movió.

—Es mejor que lo ayudemos pronto, Hada —Habló a la mascota quién olfateaba el cuerpo con insistencia.

Se olvidó de la nave (o lo que parecía ser una) y cargó el cuerpo con mucho cuidado. Para ser una persona delgada pesaba mucho y tuvo que ir con cuidado para no tropezar y caer. Hada iba adelante de él guiándolo fuera del maizal para llegar finalmente a casa.

Afortunadamente la llave ya estaba puesta en la puerta por lo que solo se ocupó de darle un pequeño giro para poder abrir la puerta principal, entrar y cerrarla con su pie detrás de él.

Se acercó al sofá más cercano y acostó el cuerpo con delicadeza. Estiró sus brazos y se puso de cuclillas para observar con más detalle al susodicho.

Su rostro estaba ligeramente sucio, tenía dos cortes en la mejilla y una fuerte contusión en la frente. Su labio también estaba herido y tenía un delgado rastro de un líquido en su nariz.

¿Sangre? Debía ser eso, aunque su color era más oscuro de lo normal. Tenía rasgos delicados y bien definidos, podría ser fácilmente confundido con una chica, pero descartó aquello al no notar los pechos característicos de una mujer y además su cuerpo se asemejaba más al de un hombre.

El hecho de tener un traje negro lo hacía ver más delgado. También tenía una correa alrededor de su cintura con una luz parpadeante en el centro que poco a poco se iba apagando.

Agarró el brazo del joven y le buscó el pulso, tenía latidos eran débiles y muy lentos.

¿Se moriría?

Buscó por su celular, tenía que llamar a la ambulancia y a la policía para contar lo ocurrido, no podría ayudar a esa persona por él mismo ¿Y si moría? Oh no, el solo hecho de pensar tener un cadáver en la casa de su abuelo hacia que se estremeciera y empezara a sudar frío. Camino de un lado a otro buscando su celular, cuando oyó el ladrido de Hada.

Se detuvo y vio a la persona pestañar y hacer un quejido de dolor. Retrocedió y esperó unos momentos.

— ¿Te encuentras bien? ¿Puedes oírme? —Yibo preguntó preocupado

La persona no contestó se llevó una mano a la cabeza y murmuró algo que Yibo no logró entender ¿sería un extranjero?

La mente de Yibo comenzó a funcionar. Lo más seguro es que el gobierno junto con las fuerzas armadas hayan estado haciendo pruebas y...de pronto ese chico pelinegro era el que piloteaba aquella nave extraña para esa prueba y cayó. Sí, seguro era eso ¿Qué más sería?

—Escucha, no te muevas, voy a llamar a los médicos para que te ayuden ¿de acuerdo? —Yibo habló — ¿De acuerdo? —Repitió intentando captar la atención del joven quien giró su mirada hacia a Yibo.


Y este Palideció, Yibo cayó sentado al suelo y sintió todo su cuerpo paralizado tras ver los ojos del chico.

No eran ojos normales. No eran ojos de humano. Sus ojos eran completamente negros, no tenía iris ni pupila, su globo ocular era completamente negro. Tan negros como la oscuridad misma, Yibo solo había visto algo así en las películas de terror cuando el demonio se hacía presente a su víctima y luego los mataba.

¡Joder!

¿Qué mierda era eso? Definitivamente no era humano.

Tragó pesado y rogó, por su dignidad, no haberse meado del miedo ahí mismo. Hada se había escondido debajo de la mesa y Yibo no tenía nada cerca para defenderse ¿Qué debía hacer ahora? ¿Rezar? Aunque sabía muy bien que no funcionaría, era agnóstico.

— ¿Q-Qué eres? —Yibo murmuró casi atragantándose, ni siquiera podía articular las palabras correctamente.

La criatura enfrente de él lo miró con curiosidad y ladeó su cabeza sin mencionar palabra alguna. Hizo una mueca de dolor y soltó un gruñido. Ahora que Yibo escuchaba con más atención no era un gruñido normal, más parecía un gruñido animal. Su cabeza daba vueltas y sintió arcadas.


La criatura se sentó en el sofá y miró a Yibo fijamente, Este no quitó su mirada, intentó rogarle con los ojos que por favor no le hiciera daño ¿le entendería?

La criatura se puso de cuatro en la alfombra y gateó hacia Yibo, sin alejar su mirada de él. Yibo tragó pesado y aún sentado retrocedió.

—P-Por favor...—siseó —N-No voy hacerte daño, lo prometo. —Dijo, cuando irónicamente, en realidad pedía que él no le hiciera daño.

La criatura se acercó a Yibo lo suficiente. Casi rozando sus narices.

Yibo sudaba frío y pensó que en cualquier momento se desmayaría. Su corazón latía fuertemente en su pecho y el vello de su piel se erizó cuando uno de los dedos de la criatura se posicionó en su frente.

Hizo un sonido de asombro y esperó. La criatura había sufrido un fuerte golpe tras el impacto en el maizal, no había forma de que tuviera fuerzas para hacer daño a un simple e indefenso humano, ¿verdad?

Yibo sintió la presión del dedo de la criatura en su frente y vio como los ojos completamente negros de este se iban desvaneciendo como una cortina, mostrando así ojos normales. Ojos de humano.

Yibo tenía la boca abierta en todo momento ¿Qué rayos había pasado? solo le tocó su frente y de pronto ya tenía ojos normales. Grandes ojos color marrones.

Debo estar soñando. Esto debe ser un jodido sueño. Pensó.

Entonces la idea de un alienígena golpeó su mente.

¿Sería eso posible? ¿Sería posible que la criatura extraña que tenía en frente de él se tratase de un extraterrestre? Vino del cielo en una nave. Murmuró palabras extrañas en un idioma desconocido ¿sería posible que la vida en otro planeta existiera?

Yibo dio una última mirada a la criatura antes de caer desmayado al suelo y todo se volviera negro.



AliensUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum