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Me desperté, lo primero que sentí fue una presión sobre mi pecho, junto algo que rodeaba mi cintura y al mismo tiempo uno de mis brazos abrazaba una fina figura llenando de calidez el lugar.

Con cuidado moví a quien me acompañaba, no lograba ver bien quien era ya que en mi ceguera todo el mundo se veía borroso, pero vi una figura pálida levantarse de entre mis brazos, llevándose finas hebras color miel en su movimiento, en un tranquilo baile, el elegante movimiento que solo está persona lograba aún si solo indicaba levantarse.

-Ayuda- murmure, con voz seca y pastosa, más grave de lo normal.

Y una risa sonó, una pequeña y dulce.

La voz de una sirena.

Sentí ligeramente un peso sobre mi cuerpo por unos segundos y luego se retiro, vi un par de manos acercarse lo suficiente a mi rostro para verlas bien enfocadas, con un objeto en manos, que terminó colocando sobre el puente de mi nariz. Mis lentes.

-¿Mejor, Bell?- hablo la sirena, recogiendo sus piernas abrazando sus rodillas.

-Mucho.- rei- Gracias Iris- me acomode los lentes y me senté.

La vi tragar saliva y apartar la vista.

-Feliz cumpleaños- murmuro y sentí un cosquilleo en mi estómago.

Odiaba mi cumpleaños, lleno de malos recuerdos, y aun así, me sentí feliz, apoye la frente en su hombro sonriendo.

-¿Tu familia sabe que dormí acá?- pregunto dejando de abrazar sus rodillas y yo coloque mis manos sobre sus muslos, haciendo que volviera a extender sus piernas.

-Solo mi mamá, mis hermanas ya dormían cuando llegamos- me levante de su hombro y apoye ahora mi cabeza en sus piernas.

En todos mis movimientos sentí su mirada siguiendo me hasta que voltee un poco aún apoyada en sus piernas para que nos viéramos a la cara.

-¿Te bañas tu primero y te presto mi uniforme? - pregunte, pues debíamos ir a la escuela, y era día de semana.- Mientras preparo desayuno para las dos- dije alzando mi mano jugando con uno de sus mechones, ella rio- algo pequeño y salimos antes de que despierten todos.

-Acepto el desayuno- sonrió- me daré una ducha corta y me pondré mi ropa de ayer, debo ir a mi casa por mis hermanos- menciono- así que me iré sola hoy- acaricio mi cabello con una de sus manos.

-Comprendo- fue todo lo que pude decir.

Sin dejarme hipnotizan por la sirena me senté, tome mi celular, que se encontraba al lado del de ella y vi la hora.

Eran las 5:00 am, usualmente me levantaba a las 6:30 am para ir a la escuela, supongo que igual esto nos ayuda a la discreción.

La sirena se levanto de la cama caminando al baño, sin cerrar la puerta pude ver como se movía por el lugar como si fuera suyo, tomó una toalla de donde debía, su cepillo de dientes colocado junto al mío, y sin preguntar tomo mi pasta dental, en un momento se giro a verme y con una sonrisa cerró la puerta.

Me levante y salí de mi habitación, bajando la escalera recordando la conversación que tuve una hora atrás con mi hermana mayor, se sentía irreal.

Coloque agua a hervir y toste dos panes, al tiempo que sacaba la mantequilla, rápidamente prepare desayuno para las dos, con una taza de té para ella y una de café para mi, coloque los platos sobre las tazas y con el máximo equilibrio subí hasta mi habitación, le di un leve punta pie a la puerta y a los segundos la sirena abrió, recibió el plato y la taza que le tendí y volvimos a entrar.

Comimos de forma tranquila mientras hablábamos, una vez yo termine de comer, agarre la toalla que estaba en sus hombros y le quite el exceso de humedad a su cabello para luego dejarla a un lado.

Inicios de una guerraWhere stories live. Discover now