Día 2

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8:00 AM

—¡GERALD, TE ACABASTE EL AGUA CALIENTE!— Gritó una enojada Mary desde el baño.

Gerald, desde el comedor, empezó a reírse.

—¡ALAN, DILE ALGO A TU HERMANO!— Mary salió del baño, con solo una toalla y el jabón cayendo de su pelo. Y Alan, obedeciendo a su prometida, llegó ante su hermano mayor.

—Gerald, ¿Por qué te empeñas en enojar a Mary y a Keith?

—Es divertido.— Contestó el mayor.

Alan suspiró, su hermano no cambiaría.

—¡TE VOY A MATAR!— Gritó Mary, llegando al comedor.

El rubio, al ver a su cuñada roja de la ira, sabía lo que tenía que hacer: correr. Con una velocidad impresionante, abandonó el comedor y Mary, detrás de él, lo seguía.

—Que energéticos amanecieron hoy.— dijo un pelirrojo, totalmente despeinado, apareciendo.

—¿Te explotó el boiler?— Preguntó Nicole, detrás de él, acariciando el pelo rojizo del contrario.

Tanto Alan como Sofía empezaron a reírse.

—No sabía qué hacías chistes, Nicole.— dijo Catarina riéndose, llegando junto a Anne.

Nicole, por supuesto, no entendió a qué se refería. Él no había dicho algún chiste.

Con Gerald y Mary.

—¡Keith, cuñado, sálvame!— Gritó Gerald, desde el segundo piso, entrando al baño de la habitación con Keith para después cerrar con seguro.

—¡ABRE LA PUERTA, GERALD!— Gritó Mary desde el otro lado, ignorando el hecho de que solo tenía una toalla.

—¡NUNCA!— Exclamó el rubio.

—¡FUERA DEL BAÑO!— Le gritó Keith, tapándose con sus manos lo que podía de su cuerpo, estaba totalmente desnudo ante la mirada de Gerald.

—Mm...— dijo Gerald, bajando la mirada hacia la entrepierna de Keith.

—¡FUERA!— Keith estaba totalmente rojo, por la vergüenza y la ira.

—Estoy totalmente orgulloso de ti, cuñado.— Fue lo único que pudo decir Gerald antes de que Mary empujara con todas su fuerzas la puerta y la abriera, rompiendo la cerradura.

Keith, tomando a Gerald de los hombros y se lo ofreció a Mary.— Haz con él lo que quieras, te apoyo.

—Gracias.— respondió Mary, tomando a Gerald como si fuera un sacrificio.

Gerald ya no podía escapar.

Un chillido agudo se escuchó por toda la casa.

—¿Y eso?— Preguntó María, desayunando.

—Se escuchó como una mujer.— respondió Catarina.

Todos le dieron la razón a Catarina, sin imaginar que fue Gerald quién había gritado.

De repente, Mary bajó con Gerald mientras lo jalaba de su cabello. Faltaba decir que el rubio estaba inconsciente.

—Catarina-sama~ creo que me sobrepasé con tu prometido.— dijo Mary con una inocente voz.

Un escalofrío recorrió por la columna vertebral de todos, a excepción de Catarina.

—¿Se cayó?— Preguntó inocentemente la castaña.

—Más bien, creo que alguien lo mató.— susurró Raphael, Anne y Alan asintieron a lo que dijo el pelirrojo.

—¿No tienes frío, Mary?— Preguntó María, preocupada.— Solo tienes una toalla.

Solo serán 40 días [Hamefura/Bakarina] [Historia transferida]Where stories live. Discover now