—¿Y los tapones para tus oídos? Oh, las pastillas para tus dolores de cabeza...

Louis se paró en seco frente a ella y colocó sus manos en cada uno de sus hombros.

—Tengo todo lo necesario, mamá.

Su equipaje completo ya estaba puesto a un lado de la puerta. Louis se concentró en besar la frente de cada una de sus hermanas, quienes lo único que pedían eran buenos regalos para cuando él volviese. El pequeño Ernest estaba enganchado en su cadera y reía de las caras graciosas que Niall ponía desde atrás. Su brazo estaba colgado del hombro de Olivia, mientras que ella sonreía con un tinte de melancolía. Sus dos mejores amigos se marchaban lejos. El corazón de Louis sabía que uno de ellos era más que un simple amigo ante sus dulces ojos azules.

Cuando Olivia encendió el auto, después de que Mike subiera las valijas más pequeñas en el asiento de atrás, Louis miró a través de la ventana y saludó con la mano una vez más. Niall rio, sonrojado por el sol, y sacó su teléfono para indicarle a Olivia la ruta que deberían tomar. Niall se había negado a vender el coche, a pesar de que el dinero hubiese sido de gran ayuda, y se lo estaba dejando. Tal vez era una promesa; una manera de hacerle saber a ella que volvería. Louis no lo tenía claro, pero sí que disfrutó las risas y frenadas repentinas cuando la rubia aprendía a conducir.

El viaje fue bastante tranquilo. Louis no prestó demasiada atención a la conversación que sus amigos sostenían en los asientos de enfrente. Más bien, se dedicó a mirar hacia el paisaje y su mente lo llevó en una travesía entre sus recuerdos. El último verano no había sido tan emocionante; Louis pasaba sus tardes en el acantilado viendo hacia el horizonte, oyendo música suave en sus auriculares en soledad. Su cumpleaños fue tan ordinario como todos los anteriores, camuflado entre los preparativos para la navidad y los festejos normales de Woodville.

No podía negar que ciertos ojos jade aparecían en sus sueños luciendo como la brisa sobre el césped en primavera y despertaba con el corazón agitado, pero Harry parecía haberse esfumado de la tierra. Su antiguo número ya no pertenecía a algún cliente abonado, según el tono que obtenía todas y cada una de las veces que había intentado llamar. Después de un tiempo, dejó de intentarlo.

En algún punto, Louis creyó haber inventado todo en su cabeza. Era una estupidez y se rio de sí mismo por pensarlo, pero, de no ser por la fotografía que atesoraba tan bien, aquellos besos y la magia podrían ser perfectamente el manotazo de ahogado de su mente enamorada.

Seguía tan enamorado...

—¡Lou, despierta! Woah, mira aquel avión —Niall pegó su cachete a la ventana del auto, viendo un avión que parecía recién haber despegado, puesto que aún se elevaba en el cielo—. Allí estaremos en unas horas.

—Eso, si no te meas encima antes de subir —murmuró Olivia, burlona, y Louis no tuvo más remedio que reír.

La ciudad tenía un aroma diferente. Louis decidió que extrañaría un poco el olor de los árboles y de la playa en Woodville, pero no tendría más remedio que acostumbrarse al humo de los coches y la contaminación visual. Los Ángeles no iba a ser tan diferente.

Los Ángeles... Niall era el culpable de que ese destino estuviera impreso en su ticket de vuelo. Él, por su parte, era el culpable de que Niall hubiese decidido modelar. Era un buen trato, y vivirían juntos en un departamento que se veía lo suficientemente cómodo para ambos en las fotos del sitio de alquileres en internet.

—Solo espero que no vomites, Ni —dijo luego de un rato, cuando bajaron del auto en el estacionamiento.

Niall le dio un golpe suave en el brazo antes de colgarse un bolso al hombro. Con el ceño fruncido, le tendió a Louis su teléfono.

—Tómame una foto, pienso documentar todo este viaje en mis redes —demandó. Olivia se rio detrás de Louis, quien tomó un par de fotos de su amigo posando con sus valijas. No había dudas de que las cámaras lo amaban, y también se estaba tomando su futura profesión muy en serio.

—Perfecto —dijo Louis, estirando el sonido de la R al entregarle el teléfono de vuelta.

El resto del tiempo de espera, antes de registrarse, se trató de los tres recorriendo las tiendas del aeropuerto y probándose perfumes y sombreros que jamás llegaron a comprar.

Louis no supo exactamente cuando la conversación divertida tomó un rumbo diferente. Notó que sus amigos necesitaban un poco de privacidad, y se excusó para comprar cafés en alguna cafetería que no tuviese mucha fila. A lo lejos percibió que la sonrisa de Olivia se había borrado de su rostro delicado y Niall tenía los ojos ligeramente llorosos, incrementando el rosado en sus mejillas. El primer trago caliente de café entró por su boca en el mismo momento en que Niall y Olivia se besaron por primera vez.

Las despedidas eran agridulces, y no solo para él.

~

El detector de metales reavivó la risa en Niall, quien, aún habiéndose despojado de todos sus objetos metálicos, no paraba de hacer sonar la máquina.

Louis sentía las lágrimas fluir inconscientemente por su rostro mientras intentaba tomar una foto del momento en que la policía llegó para verificar que fuese un error en el detector. Niall ya no reía y Louis no podía parar de hacerlo. Por suerte lo dejaron seguir su camino sin seguir palpando sus bolsillos.

—Así que... Olivia y tú —Lo codeó, pero sintió que debería haberse callado. Sin embargo, Niall sonrió y se encogió de hombros.

—No pretendas no estar al tanto —rio—. No le dejaría mi auto si no la quisiera.

—Tengo la esperanza de que se una a nosotros algún día, sabes.

—Sí —Niall suspiró, acomodándose el cabello—. También yo.

El anuncio por los parlantes de que su vuelo ya estaba listo para ser abordado los distrajo del silencio genuinamente incómodo que vendría luego de esa pequeña conversación. Niall tembló un poco y Louis le dio unas palmadas reconfortantes en la espalda. Era la primera vez de ambos en un avión, pero por alguna razón el mayor se encontraba demasiado nervioso para su propio bien, a pesar de que intentase disimularlo.

Louis soltó un gran suspiro. Atravesaron el pasillo que los conducía al avión y tomaron un par de fotos a través de las ventanas. Ya había oscurecido.

Cuando el avión despegó, se abrió paso en la ventana —en la cual iba sentado Louis, obviamente— una vista panorámica de la ciudad iluminada. Se hacía cada vez más pequeña y era maravilloso, como si se tratase de una ilusión.

—Es casi irreal —susurró Niall con la voz atropellada, asomándose apenas.

—Es el inicio de nuestra nueva vida —respondió Louis. La sonrisa en su rostro no podía ser más grande. 

Vitalidad » lsWhere stories live. Discover now