Los últimos días del verano los pasamos en Yale, pues acompañé a Gwen durante los primeros días de curso para que no se sintiera sola. Después tuve que despedirme de ella sin saber exactamente cuándo volvería a verla.

2006/2007

Los primeros días fueron muy difíciles, pero poco a poco nos fuimos acostumbrando a la situación. Al principio nos llamábamos todos los días un par de veces, después una vez al día y así hasta llamarnos una vez a la semana. Aunque esa no era toda la comunicación que teníamos durante el día, pues se había puesto de moda la ahora mundialmente conocida Facebook, por donde intercambiamos mensajes durante todo el día aunque no a todas horas.

Mientras que por el otro lado la relación con Beth fue totalmente a la inversa. Comencé llamándola cada lunes para preguntarle cómo le había ido el partido de la semana, después la llamaba cada día para hablar sobre el entrenamiento y al final del año iba a Dinwiddie cada dos semanas para ayudarla con las matemáticas –porque no se le daban nada bien- y de paso echábamos unas canastas. Además Maggie hacía un estofado de ternera que era –y es- mi comida favorita.

Podría decir que tenía más relación con la familia de Gwen que con ella.

Fue un año muy monótono. Vivía esperando la siguiente visita de Gwen. Seguía estudiando y trabajando, pero de fondo siempre estaba ella.

Y después llegó el verano, que fue más corto y de menor calidad que el anterior –en realidad creo que el verano de 2006 ha sido, y será, el mejor de mi vida-, pues Gwen apenas tenía tiempo para estar conmigo, sus vacaciones durarían un mes y medio, y en ese tiempo debía estudiar, pasar tiempo con su familia y con sus amigas. Así que el verano pasó volando y la relación siguió enfriándose.

2007/2008

En Septiembre de 2007 decidí empezar a moverme por el mundo del baloncesto para hacerme entrenador. Tenía que distraerme con algo más aparte del trabajo y los estudios. Aunque por las noches seguía soportando una presión en el pecho que apenas me dejaba dormir. Esa angustia hizo que comenzara a escribir, pues pensé que escribiendo podría desahogarme y encontrar la paz que me permitiera descansar por las noches.

Y las cosas empezaron a salirme bien.

A principios de noviembre me ofrecieron ser ayudante de un equipo de Richmond. De manera que por las mañanas asistía a clase, por la tarde seguía trabajando en la empresa de la hermana de Joel –se me olvidó decir antes que la hermana de Joel me ofreció trabajo poco después de que Joel me diera a conocer el puesto de trabajo-, y después del trabajo iba a los entrenamientos. Los fines de semana los aprovechaba para estudiar y para salir con amigos –aunque el ritmo de las fiestas no era el mismo que en el primer curso, pues el fin de mis estudios se acercaba y tenía que empezar a asentar la cabeza-.

También continué visitando a la familia de Gwen con cierta asiduidad, lo que hizo que mi cariño hacia Beth -que ya empezaba a convertirse en una mujer pues había cumplido quince años- siguiera creciendo.

Y con esa rutina y un bagaje de media docena de visitas de Gwen en todo el año académico terminó el curso. Aquél verano fue mejor que el anterior. Gwen y yo decidimos irnos de vacaciones una semana a algún lugar apartado. El resto del verano ella lo pasó en Dinwiddie, así que yo pasé allí casi todos mis fines de semana.

2008/2009

Hubo un gran cambio con respecto al curso anterior. Y es que me dieron la oportunidad de hacerme cargo de un equipo de niños entre nueve y once años.

SIN SALIDAWhere stories live. Discover now