Mi abuela sentía una debilidad por Jackson, siempre le consentía y le regalaba dulces a escondidas de mi madre. Incluso mis padres querían más a Jack que a mí. Era un niño demasiado consentido para ser el hijo de la niñera.
El día de su cumpleaños...
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MARATÓN (Parte 1)
✓ 16 Años ✓
-Vamos Elsa. No hagas esto- me decía mi madre, intentando controlarse, pero podía percibir en su voz que estaba totalmente desesperada tanto por la escena que estaba montando como por la vergüenza que esto le causaba.
- ¡No, no me moveré de aquí!- le grité.
Estaba abrazada a un Árbol, mi padre y Jackson habían intentado soltarme de allí, pero no lo lograron. Me aferré con más fuerza y no me moví mi un centímetro. Agarraron mis pies y tiraron de mí, pero tampoco afloje el agarre.
-¡Solo es una escuela de verano, Elizabeth!- me gritó Jack. No lo quise escuchar, si lo hacía me pondría nerviosa y los brazos me flaquerian.
- ¡Cállate, esto es tu culpa!- exclamé.
Algunas personas se nos quedaban viendo, nos encontrábamos en la entrada de la escuela de verano para niños matemáticos en medio del bosque. Había reprobado matemáticas y si lo volvía hacer el próximo semestre, repetiría el año nuevamente. Así que mi maestra conversó con mis padres y acordaron que asistiría todo mi verano aquí para reforzar. Para mis padres y la escuela fue la solución perfecta a mi falta de voluntad con los números, para mí significaba una tortura. Podría terminar agonizando si pasaba una semana allí. Estaba segura.
-¡¿Mi culpa?!,¿Que Tengo que ver yo?- me preguntó Jackson, tirando de mis pies. Elena se había unido a ayudarlos y ahora se me hacía más difícil mantener mis brazos juntos al árbol.
-¡Eres más listo, me haces parecer una tonta!- le dije. Lo decía de broma,no me importaba en absoluto parecer una tonta o una chica lista, solo quería que me soltaran. Pero Jack parecía pensarlo y me soltó. Se fue al lado de mi madre con el rostro serio y me miró con tristeza.
Me había creído. Era muy débil a la hora de detectar mentiras.
-Elsa, vamos. No es tan malo como piensas, harás amigos nuevos y hasta puede que te diviertas- me dijo Elena. No era tan malo si lo ponía así, lo que sucedía era que yo no quería más amigos, con los que tenía me bastaba. Y los números jamás serían divertidos.
-¡No me soltaré, tendrán que amputarme los brazos si quieren que entre!
- Traeré la motosierra- escuché que decía Ariel.
-¡Puedes encontrar novio allá, Els!- me gritó Anna. La pequeña Anna ya tenía doce años y en lo único que pensaba era en chicos, aún así me pareció graciosa su manera de convencerme.