Lo miré y asentí —¿Cuál?

—¿Por qué peleaban tú y Hult? —lo miré por varios segundos seguidos sin responder. Saca todo eso que llevas dentro. Decía mi mente.

—Lo nuestro... No ha ido del todo bien—murmuré. Bailey me miraba con atención, sin siquiera decir una palabra. Dándome todo el derecho de seguir hablando—Es muy complicado de explicar... Son muchas barreras que se interponen entre los dos. Damos un paso, y una barrera aparece. Logramos esquivarla, caminamos otro poco más y tres barreras más están alrededor de nosotros.

Bailey quedó en silencio y yo también. No estoy segura si no tiene nada que responder, o simplemente quiere que siga hablando. Sin embargo, él tomó la primera palabra.

—Las relaciones son complicadas... Bueno, las personas lo somos —expresó. Si Bailey supiera que mi relación con Hult no es como la de cualquiera. Es muy diferente a las comunes.

—Ni te llegas a imaginar —rodé los ojos mientras veía al final de camino.

—Hoy... Lo que hizo él, ¿lo ha hecho antes? —indagó. Supe que se refería al brusco acto de Hult que por supuesto Bailey tuvo que haber visto todo.

Ladeé una sonrisa y negué con la cabeza—Jamás. Sé que no se le ocurriría hacerme daño. La vida de Hult no ha sido tan fácil últimamente.

—Me imagino...—asintió como si supiera a qué me refería. Una línea se formó entre mis cejas. La cual Bailey notó enseguida y siguió hablando—Me imagino porque mi vida tampoco ha sido fácil.

—¿Por qué no lo ha sido?—indagué. Pero me retracté de mi pregunta. Sé que debo de evitar las preguntas íntimas. Puesto que a Hult le incomodan. En cambio, a Bailey, parecía no molestarle responderlas.

—También es complicado como lo tuyo con Hult —sonrió algo forzado. Bajó su mirada a sus pies, observando cada paso —Nací y viví parte de mi vida en Irlanda —comenzó a contar. ¡Con razón su extraño acento! —Pero por razones, mis padres y yo nos teníamos que mudar constantemente de sitios. Hasta que mi mamá decidió regresarse acá. A Colorado. Ella vivió aquí durante su embarazo... Siempre tenía que acostumbrarme a una casa nueva, amigos nuevos, y todo era nuevo para mi cada mes. Nunca tomé un lugar como mi hogar, o me acostumbré a mi vida como una sola. Una común —se encogió de hombros.

En sus ojos se le veía afectado. Y me compadecí de él, aunque no supiera el motivo de por qué sus padres se mudaban seguido—Hasta que mi mamá decidió volver. Su familia está aquí. Pasó diecisiete años sin verlos. Por una vez en mi vida sentí que todo se volvió estable. Hasta los momentos —concluyó junto con una sonrisa formada en su boca.

—Se escucha realmente duro —musité. Él giró para mirarme.

—No lo es, hasta que lo vives... ¿Te has tratado de poner en los zapatos de Hult?—cuestionó. Medité unos segundos. No me lo había preguntado antes a mí misma. Ponerme en los zapatos de Hult. Qué respuesta daría. Qué respuesta podría darme.

—No lo he hecho— respondí mediante un susurro... Bailey ladeó una sonrisa, al tiempo en que asintió con su cabeza muy suavemente como si era la respuesta que esperaba.

—Chica batido. Me agradas, y debo confesar que me llamas mucho la atención— habló. Sus palabras hicieron extender mis ojos como círculos.

—¿Ah si?— cuestioné incrédula. Yo era como una niñita inocente y comenzaba a darme cuenta de eso. Demasiado despistada.

—Sí. Pero no trato de ligar contigo. Quiero decirte que, porque me agradas y me pareces una chica sumamente hermosa, te doy un consejo por experiencia de mí mismo. Dos tuercas fuera de lugar, solo hacen desnivelar una estructura —mi ceño se volvió a fruncir. No entendía su clase de acertijo. Algo que notó por mi expresión —Lo tuyo con Hult, no irá bien si ustedes no se arreglan así mismos.

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now