11. 𝐔𝐧 𝐏𝐨𝐜𝐨 𝐃𝐞 𝐏𝐫𝐞𝐭𝐞𝐧𝐬𝐢𝐨́𝐧

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Era un día magnifico en el parque Delaware, muchas personas paseaban, mientras que otras realizaban picnics. Era un día de suerte para Hamilton; durante una mañana, y sin esperarlo, llegó una carta a la mansión de los Cushing que iba dirigida a ella, una inesperada invitación de Los Sharpe para invitarla a pasear a ella y a la joven Edith, quien también se encontraba disfrutando de la ocasión.

Edith, casualmente bien vestida como siempre, portaba una falda color dorado cálido y una camisola de color blanco con encaje, todo esto acompañado de un lindo sombrero adornados con flores cálidas y listones oscuros que combinaba favorablemente con su peinado rubio y su pequeña sombrilla; ella contrastaba completamente al lado de Los Sharpe quienes vestían de negro como el carbón; el traje de Lady Sharpe estaba decorado con una flor roja de gran tamaño sobre el pecho, cuello y puños de encaje color blanco. Sir Thomas era una sombra alta y oscura, llevaba un cuello alto angosto y un reloj de bolsillo cuya cadena dorada resplandecía en su chaleco. Ambos hermanos utilizaban lentes oscuros para proteger sus ojos del sol.

Edith se encontraba paseando con Sir Thomas, una tranquila caminata recorriendo el parque, claro, Edith estaba contenta y se sentía muy afortunada de que una ocasión como esta se hubiera presentado, por un momento, dejó de prestarle atención al Baronet; los sentimientos que tenía por Sharpe iban en aumento, pero aquella pequeña inseguridad también; después de la visita que le había hecho a Alan en su consultorio, había considerado sus palabras sobre proceder con cautela, quería mantener los pies sobre la tierra y no ilusionarse demasiado, después de todo, la invitación de Thomas iba dirigida principalmente a Karina, por lo que por un instante se mantuvo pensativa sobre si Sir Thomas se había interesado en Hamilton después de conocerla, sus dudas cobraban sentido para ella puesto que había plantado a Eunice en lo hubiese sido el anuncio de su matrimonio. Aún así, despejó su mente (aunque Thomas no salía de esta) y se dispuso a escuchar a Sharpe, quien reía satisfecho al leer un poco del manuscrito corregido que portaba en sus manos.

— No, no Edith, creo que cada vez que la leo mejora más, y no me molesta la historia de amor — él volteó a verla.

— Solo es un capitulo o dos — la rubia señaló el manuscrito con su cálida mano.

— Pues a mi me gusta.

— ¿Ya me dirá que opina? — cuestionó Edith dulcemente encarando a Sir Thomas mientras jugaba un poco con su sombrilla.

— La terminaré ahora — él sonrió encantado.

Hamilton apreciaba la calma y seriedad que seguían a la hermosa mujer vestida de negro.

— Me disculpo por mi hermano Thomas, por esta invitación sin haberla mandado con un poco más de anticipación. No estábamos muy seguros de si usted o la señorita Cushing contaban ya con algunos compromisos — mencionó con clase y seriedad sin mirar a Hamilton, la mirada de ambas mujeres estaba clavada en el piso en el que caminaban.

— Descuide no se preocupe, Edith y yo no somos mujeres que tengan compromisos de manera tan recurrente — la joven volteó a ver el pálido perfil de Lady Sharpe.

— Pensábamos lo contrario — Lucille hizo una breve pausa que para Hamilton fue un tanto incomoda — sobre todo, después de verla a usted presente en la reunión de los McMichael.

— Oh bueno, si, acepté ir por petición de la señora McMichael, pero normalmente, cuando estoy en Londres, tiendo a quedarme en mi residencia.

— ¿Usted viene de Londres? No recuerdo muy bien si Thomas me lo comentó en una ocasión que habló con la joven Eunice McMichael.

𝐈𝐥𝐮𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐄𝐬𝐜𝐚𝐫𝐥𝐚𝐭𝐚Where stories live. Discover now