👑Capítulo XXIV👑

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¿Mentirme?

— ¿Usted no...? — Malek negó con la cabeza.

— Le dije que me pertenece de la misma forma en la que yo le pertenezco a usted. — Liberó mis muñecas para poder colocar sus manos sobre mis mejillas. — ¿Quién se cree que soy, espía? — Bufó levemente.

— ¿Nunca? ¿Jamás? — Volvió a negar como si supiera a lo que me refería.

— No me atrevería a mentirle a mi reina. — Aseguró.

Estuvimos acostados en el lecho durante un par de horas más, pero nos vimos obligados a levantarnos debido a sus responsabilidades. Primero bajaríamos juntos a desayunar y una vez que termináramos nuestros alimentos nos separaríamos, ya que él tenía que dejar unas cosas listas antes de que nos fuéramos de luna de miel.

En su época no sucedía nada especial después de que se llevara a cabo una ceremonia nupcial, pero después de escuchar que en mis tiempos la pareja se iba de viaje, Malek insistió en que saliéramos de Britmongh para celebrar que estábamos recién casados.

Cuando terminara nuestra pequeña luna de miel regresaríamos a sus tierras para celebrar la coronación, algo que me asustaba e intrigaba por partes iguales.

— Debemos alimentarnos. — Malek tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos antes de salir de su aposento.

— Vamos. — Murmuré con una pequeña sonrisa en los labios.

Avanzamos por el castillo en silencio, procurando que nadie nos viera para que nuestra pequeña burbuja de felicidad se rompiera tan pronto.

— Su majestad, señora... — Nos saludaron las cocineras y sirvientes que se encontraban en el comedor cuando ingresamos.

— Buenos días. — Respondí como siempre solía hacerlo y Malek solo asintió.

Era tan seco...

Rodé los ojos, pero no le dije nada.

Malek caminó hacia su asiento sin dedicarle ni una sola mirada a su gente y durante esos pocos momentos, el tiempo pareció detenerse. Nadie respiraba, tampoco hablaban o se movían, solo esperaban a que su rey tomara asiento para poder servirle como les correspondía. Cuando él por fin se sentó, todos comenzaron a moverse como si les hubiera dado una orden silenciosa.

Cada alimento que colocaban sobre mi plato, era devorado en unos pocos segundos, algo que no pasó desapercibido para el rey que estaba sentado al otro lado de la mesa. Malek comía y bebía, pero estaba más atento a cada cosa que yo tomaba que a lo que se llevaba a la boca.

La comida estaba deliciosa, casi se me deshacía en la boca.

— ¿Acaso no he sido un buen rey? — Preguntó sin dejar de mirarme. — ¿Le he prohibido alimentarse?

— ¿Por qué? — Formulé con la boca llena. — Perdón...— Me cubrí la boca y dejé sobre el plato el pedazo de pollo que tenía entre mis dedos. — No estoy comiendo demasiado. — Traté de defenderme. — Estoy... Estoy recuperando algo que perdí.

— ¿Algo que perdió? — Su ceño se frunció levemente.

— Las fuerzas. — Murmuré sonriente.

Desde donde me encontraba fui capaz de ver la forma en la que su ceño se fruncía cada vez más. Como supuse que no había entendido a lo que me refería y no estaba dispuesta a decirlo en voz alta, nos señalé y luego elevé mi dedo índice hacia el techo.

Tardó un poco en comprender, pero cuando lo hizo comenzó a toser debido al pedazo de pan que se había llevado a la boca hacía pocos segundos. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos se encontraban exageradamente abiertos mientras me observaba con una mezcla de asombro y reproche.

Destino Medieval© EE #1 [En Edición]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora