👑Capítulo IX👑

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— Usted no cubría su cabello cuando llegó a mis tierras, no lo hace por sus creencias. — Aseguró. — Solo se oculta.

— No me oculto. — Asintió lentamente.

— Lo hace, pero debe saber que en mis tierras usted no será juzgada o torturada por su cabello. — Él tomó el pergamino en el que había estado escribiendo y lo enrolló para ponerlo a un lado junto a un par más. — En su época debe ser una mujer sabia, utiliza palabras extrañas que me hacen ver como un rey ignorante.

— Para nada, solo son tiempos diferentes. Usted conoce de su época y yo de la mía... Y un poco de la suya, pero eso se debe a los libros que he leído. Si en la antigüedad no hubieran existido personas que escribieran todo lo que sucedía, nosotros no sabríamos nada sobre ustedes. — Malek cruzó los brazos sobre su pecho.

— Usted conoce sobre nosotros, debería hablarme de ustedes y sus palabras extrañas. — Sonreí abiertamente y asentí, estando de acuerdo con aquella especie de trato que había surgido de la nada. — Debería sonreír más, es agradable. — Se volvió a poner de pie para llevar a su sitio los pergaminos que tenía sobre su escritorio.

Era bueno que justo en ese momento hubiera decidido organizar su impecable lugar de trabajo porque de no haber sido así habría notado el sonrojo en mis mejillas.

Luego de colocar los documentos en sus respectivos lugares volvió a su escritorio, pero no se sentó, abrió uno de los cajones y comenzó a rebuscar en su interior. No sabía qué era aquello que buscaba con tanta concentración, pero fue evidente cuando lo encontró ya que sus comisuras volvieron a elevarse un poco. Sin embargo, se vio en la obligación de volver a guardar el objeto porque alguien tocó la puerta del despacho antes de ingresar.

— Mi señor, señorita. — Arthur hizo una corta reverencia para el rey. — El conde de Sdon se encuentra esperando por usted en la sala de tronos. Ha dicho que deseaba verlo y... Y a la señorita. — La mirada de ambos cayó sobre mí e inmediatamente el ceño de Malek se frunció con brusquedad.

Observé fijamente a Arthur mientras trataba de comprender por qué un desconocido quería verme, pero no fui capaz lograrlo.

— ¿Quién? — Fue lo único que salió de mi boca.

— El conde de Sdon, el joven Reli Fracci. — En esa ocasión miré a Malek, quien seguía observándome.

Exhalé ruidosamente al reconocer esa mirada. Volvía a pensar que era una espía y que mi jefe había ido hasta su reino para buscarme.

— Veamos qué desea. — Masculló entre dientes.

Desde que salimos de su despacho y comenzamos a caminar, Malek no dejó de observarme por el rabillo del ojo. Se notaba que estaba molesto y que volvía a desconfiar de mí y no lo culpaba. Yo también desconfiaría de mí misma si un hombre que supuestamente no conocía llegaba y pedía verme.

— Malek, deje de mirarme así, no soy una espía. —Le dije entre dientes.

Lo escuché bufar, pero no dijo nada, prefirió centrar toda su atención en la figura masculina que había a unos pasos de nosotros.

— Conde. — Lo saludó cortésmente a pesar de que la presencia de ese hombre no le causaba ni pizca de gracia.

El supuesto conde hizo una corta reverencia antes de que sus ojos cayeran sobre mí.

Era un hombre joven que no debía tener más de treinta años, tenía el cabello castaño al igual que sus ojos, era alto, pero no más que Malek y delgado. Si bien se notaba que en algún momento había ido a luchar, ese hombre no podría ganarle al rey de Britmongh en una lucha cuerpo a cuerpo.

Destino Medieval© EE #1 [En Edición]Where stories live. Discover now