Se cargó como pudo a su primo, que por suerte era liviano, y caminó hacia la casa de sus tíos. Por suerte había dejado de llover, así que no tuvo que caminar más mojado de lo que ya estaba.

Le costó bastante llegar porque tampoco era tan fuerte como para llevar a una persona tanto rato, así que cuando abrió la puerta de la casa se llenó de alivio.

—¡Izu mi bebé, la cena está lista! —El rostro alegre de Inko pasó a estar pálido al ver a su hijo desmayado siendo cargado por su sobrino—. ¿I-izu? ¡Hisashi, Hisashi ven!

La mujer apartó a Kirishima de su hijo, abrazándolo y zarandeándole ligeramente, tratando de que despertase.

El hombre llegó tras unos momentos tranquilamente, pero al ver a su hijo así también se desesperó.

Primero llevaron a Midoriya al sofá, tumbándole, y en lo que Inko le ponía un paño de agua fría en la frente, Hisashi se giró a ver a Kirishima.

—¡Qué le hiciste a mi hijo!

—¡No le hice nada lo juro! —El pelirrojo se asustó un poco al ver como su tío se acercaba a él, pero la aparición de una carta en medio del salón hizo que el adulto se detuviese.

La carta se abrió, y una suave voz se pudo escuchar por todo el salón.

—Señor Kirishima, nos ha llegado la noticia de que esta tarde usted ha invocado el encantamiento patronus en presencia de un muggle. Al haber violado el decreto para la restricción del uso de magia en menores de edad, queda usted expulsado de la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Un funcionario del Ministerio se presentará pronto para destruir su varita. Buenas noches.

La carta cayó al suelo tras haber terminado de ser leída, y Kirishima la tomó en sus manos sin poder creer que estuviera expulsado por haber intentado defender a su primo.

—Te lo mereces niño... Por fin se hace justicia.

Eijirou miró furioso a su tío, subiendo a su cuarto. No, no era justo que le quitasen la varita y le expulsasen solo por haberse defendido.

Hedwig trató de piar para distraerle, pero el chico solo se tumbó en su cama realmente frustrado. No había sido usar magia por gusto, era en defensa propia.

Cerró los ojos, deseando que solo fuese un mal sueño del que poder despertar. Estuvo tentado algunas veces de escribir a sus amigos, pero no había recibido noticias de ellos en todo el verano.

Entendía que Kaminari no le escribiese porque iba a estar con sus padres, pero no esperaba que Sero o Mina no le dedicasen una sola carta. Ni si quiera Bakugo le había escrito, y eso le dolía bastante.

Ahora no estaba Dobby para interceptar las cartas, no habían abierto la cámara de los secretos, ¿entonces por qué no se comunicaban con él?

Tan concentrado estaba en sus pensamientos que ni si quiera se dio cuenta de que alguien entraba en la casa. Pero sí abrió los ojos cuando escuchó crujir la madera del pasillo.

Se levantó de un salto de la cama y agarró un bate que tenía guardado en su armario, esperando por si esa persona entraba a su cuarto.

Vio que el pomo de su puerta se giraba, y que ésta se abría despacio. Sujetó su arma con más fuerza, y cuando vio una silueta se lanzó a por el desconocido o desconocida.

—¡Petrificus totalus!

Cayó al suelo de inmediato, viendo cómo varias personas desconocidas entraban en su cuarto, mirándole desde arriba. Hasta que Fourth Kind se abrió pasó entre todas ellas.

Eijirou Kirishima y la Orden del FénixWhere stories live. Discover now