Uno más

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Rose

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Rose

—¿Es tan difícil pedirte que no te entrometas? —dicutía con Jack mientras caminábamos por el bosque.

—Primero descubro que tienes poderes y ahora que tienes cosas mágicas ¿cómo puedes pedirme eso?

—Porque simplemente no es asunto tuyo.

—Lo es desde que casi me quemas vivo.

—¡Fue un accidente!

—Y aun así me lo debes.

—No te debo nada —fruncí el ceño.

—Claro que sí.

—Estás ileso, ni siquiera tienes quemaduras.

—Pero me afectaste psicológicamente —exclamó.

—¡Deja de buscar excusas! No puedes venir, fin de la discusión.

—Rose por favor, no diré nada lo prometo. Déjame ir contigo.

—Vete a casa Jack.

—No abriré la boca, lo prometo.

—No se trata de eso.

—¿Crees que esto es peligroso para mí? Por favor, peligro es mi segundo nombre.

—¡Basta! Déjame sóla.

—No Rose, la última vez que lo hice desapareciste por días. Aunque no lo creas temí que algo te hubiera pasado y no estoy dispuesto a volver a cometer ese error al saber que te diriges nuevamente al bosque y sin compañía —comenzó a hablar seriamente— no me perdonaría si algo te llega a suceder.

—Es otra excusa para venir ¿no es así?

—Estas palabras son de completa honestidad.

—Puedo cuidarme sóla.

—Deja de hacerte la difícil, todos necesitamos ayuda en algún momento.

—Pues seré la excepción.

—Anda Rose, fuimos suspendidos. Nadie se va a enterar, tu familia y la mía creerán que estamos en la escuela.

¿Tu familia? ¿Eso quería decir que sabía que mis padres estaban con vida o se refirió simplemente a mi abuela? Aquellas palabras me dejaron nerviosa que ya no sabía qué contestarle.

Las Mellizas Prodigio [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora