Un mundo por desconocer

571 60 0
                                    

Elisa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Elisa

La ropa que necesitábamos se logró conseguir dejando inconscientes a dos personas de la servidumbre del castillo, luego de eso pasamos por desapercibidos por la cocina ocultándonos tras cada puerta, saco de verduras, cualquier cosa por donde nuestra masa corporal no fuera vista o muy llamativa.

El final de todo sucedió cuando entramos en un carruaje escondidos tras las cajas vacías en la parte trasera. En silencio hasta que nos empezamos a mover en dirección al pueblo. El olor ahí dentro no era agradable pero podía tolerarlo.

A medida que el carruaje se dirigía hacia la salida del castillo se hacía cada vez más diminuto ante mis ojos, nunca percibí que mi hogar fuera grande hasta que lo vi por primera vez desde afuera. Quizá porque mi padre no me dejaba vagar mucho por los pasillos para que mi poder siempre estuviera oculto ante las personas.

—El castillo es demasiado silencioso —comentó el prisionero—, el pueblo será muy diferente. Se sentirá menos sola.

—Desde luego —sonreí—. Luego de este gran favor jamás le pregunté su nombre.

—Co... —pareció pensar algo y luego carraspeó—. Connor.

—Le queda bien.

—Gracias —seguía con su tono neutro.

De pronto nos detuvimos, en silencio solo escuchamos al dueño del carruaje maldecir en voz baja. Algo no estaba bien, quizá había olvidado algo y quería corroborar. Pero nosotros no teníamos ni un saco vacío para cubrirnos.

Miré a Connor preguntando con la mirada ¿qué vamos a hacer? Este parecía esperar al tipo, sujetando una de las cajas con su mano. Ni siquiera habíamos salido del castillo, no podía entender lo que tramaba y tampoco podíamos hablar ni a susurros o delataríamos nuestra presencia ahí dentro.

Tal era la fuerza con la que sostenía la caja que finalmente mi cerebro me dejó intuir lo que estaba por hacer, solo esperaba a que no le matara de un golpe.

Cuando aquel hombre humilde levantó la delgada tela semitraslúcida que nos separaba del exterior Connor le golpeó tan fuerte en la cabeza con la posibilidad de que ni se diera cuenta de quien le había proporcionado tremendo golpe. Me asusté tanto cuando le escuché caer al suelo como tal saco de papas que me preocupe si seguía con vida o no.

Connor bajó rápidamente para verificar el resultado de su fuerza, dejándome sola ahí dentro, pero mi preocupación era tal que me asomé para ver lo que hacía alzando un poco la tela, observando desde abajo cuidadosamente para encontrarme con su mirada viendo al cuerpo inmóvil de aquel hombre.

—¿Sigue vivo? —pregunté.

Levantó la mirada. —¡No salga, entre antes de que alguien la vea! —dijo nervioso.

Obedecí como perro echándome atrás, quedando con la duda. Únicamente lograba escuchar sus quejidos por levantar al dueño del carruaje para meterlo ahí dentro conmigo. Le estaba costando que incluso pensé en ayudarle, pero ya me había reprendido una vez que sin dudar lo haría de nuevo así que me olvidé de esa idea. Sin embargo, cuando logró subir el tronco del hombre desde adentro le ayudé jalando de sus brazos tan pesados comprendiendo finalmente por que le estaba costando tanto levantarlo.

Las Mellizas Prodigio [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora