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El alfa ajustó su visión, la luz del teléfono móvil golpeaba de lleno a sus orbes verdes en la oscuridad en la que se encontraba, provocándole un ardor momentáneo que lo llevó a cerrar sus ojos un par de segundos mientras el picor desaparecía.
Cuando sintió que podía adaptarse mejor a la luz que emanaba su móvil; volvió a abrir sus ojos, encontrándose con una perfecta carita angelical en la pantalla, un rostro tan perfecto, siendo protagonistas unos ojos azules como el más hermoso cielo que alguna vez se pintó.
Aquella fotografía, recordó, había llegado a ser su fondo de bloqueo por error, y permanecía allí con la excusa de que siempre estaba muy ocupado como para reemplazarla con otra fotografía vaga.
Banalidades.
La verdad era que, simplemente, no le apetecía cambiar el fondo.
Ladeó su boca con una minúscula sonrisa mientras marcaba los números en el táctil para lograr desbloquear el móvil, y así; podría leer los insistentes mensajes que había recibido.
Definitivamente sonrió con plenitud, al ver en la barra de notificaciones, que los mensajes eran del dueño de aquellos hermosos azules ojos que tantos lindos sueños le provocaban en las noches.
Sueños buenos, sueños bonitos, donde compartían risas y alguno que otro beso juguetón.
Sueños.
Harry movió sus dedos en la pantalla hasta lograr entrar a aquella aplicación de mensajería instantánea donde se mantenía comunicado con el chico. Leyó el primer mensaje.
"dime cuál crees que quedó mejor", citaba el texto.
Harry rodó los ojos al ver que la primera letra de la primera palabra se encontraba en minúscula, aquello el alfa consideraba que era un mal hábito del omega. Con constancia le decía al de ojos azules que aquello lo acostumbraba a escribir con errores gramaticales, y el omega, naturalmente, no le prestó atención.
Seguido del texto, el chico adjuntó nueve fotografías, todas de él luciendo realmente precioso en una linda y delicada camisa holgada color amarillo suave. Tan suave como él mismo.
Creo que no puedo decidirme por una, escribió el alfa en respuesta, con su sonrisa intacta en sus rojos labios con dientes rectos y blanquecinos.
Al detallar aquellas fotos, recordó cuando el omega solía inundar su cámara con sus "selfies". Se escudaba diciendo que la cámara frontal del teléfono del alfa contaba con mejor calidad que la de su teléfono propio. En ese entonces, el alfa le regaló al omega un teléfono con una cámara con la mejor resolución del mercado, y desde ese momento; le enviaba todas las fotos donde se retrataba.
