» No puedo darte eso que tanto quieres —ya lo sabía, pero no era porque no pudiera si no, porque no hizo nunca el intento para que ocurriera —. Hazte a la idea que esta vez tu capricho momentáneo no fue cumplido —se estaba pasando —. No soy un juguete, al que puedas usar a tu antojo —¿Qué decía? —, y jamás seré tuyo, porque prefiero unirme con la primera que se me cruce en mi camino, a atar mi vida a una mujer vacía que busca un poco de atención para no sentirse tan sola —le dio en donde más le dolía.

—Tu... —la lengua le pesaba —tu no crees aquello —soltó con algo de esperanza. Ocultando todo el daño que le había hecho.

Ilusa hasta la medula.

—No te lo había dicho antes, porque no quería dañar tu corazón solitario —la miró a los ojos para dar más credibilidad al asunto, esos que se tiñeron de una oscuridad perturbadora, pero no de buena manera.

Quería destruirla y fin de las deducciones.

» Siéndome imposible no tenerte cerca por lastima, y de paso para que me distrajeras de todo lo que me estaba ocurriendo, pero decidiste complicar más las cosas disque enamorándote —hasta dudaba de su sentir.

Que desgraciado.

» Un sentir que no pedí, y que sigo sin querer.

—Por favor, Archi... — ella sabía que todo eso lo decía para alejarle —pese a todo soy tu amiga, y puedo...

Estaba sufriendo demasiado con lo que vociferaba, y él no pensaba aquello.

—Deja de humillarte, recoge la poca dignidad que te queda y regresa a tu casa —señaló el camino, donde sin creerlo le estaba esperando su hermano.

Normal, pueste este lo sabía todo.

» Forma una familia, y deja de implorar amor en el lugar equivocado cuando puedes volver loco al hombre que desees —pero no al que amaba.

Las lágrimas bañaban su rostro, y al pelirrojo se le hizo un nudo en la garganta al verla tan mal.

—Eres una mujer hermosa e inteligente, no te será difícil encontrar sin necesidad de buscarlo a alguien que sepa valorarte —era un idiota —. Yo no soy el indicado —con esa despedida le dio la espalda, y se fue llevándose consigo su corazón.

Ese que no sabía si alguna vez recuperaría para ella, o alguien que si lo supiera estimar»

Un corazón que sufría cada vez que recordaba aquellas palabras.

Esa última conversación, que la marcó de una manera que aún no sabía cómo explicar.

Quizás no rememorándola con tanta fuerza como en el pasado, o si quiera con la frecuencia del inicio. Sin embargo, perpetuar esos instantes le servía para reafirmar, por qué sentir no podía entrar en sus planes de vida.

Nunca salía como esperaba, y terminaba dañando a los seres que más quería o apreciaba, o solo aquellos que tuvieron la desdicha de posar sus ojos en ella.

El caso es que no era buena.

Se había dejado llevar por su impulsividad, después del regreso del único hombre que había hecho mella en su interior.

Quizás deseando con demasiada fuerza que no despertase nada en ella, y por eso le salió el tiro por la culata.

Aunque las veces que la había besado la hicieron sentir mujer.

PROTEGIENDO EL CORAZÓN (LADY SINVERGÜENZA) © || Saga S.L || Amor real IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora