𝙼𝙰𝙰𝚄

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Aquél chico con estampado de Hot–dog en su camiseta blanca caminaba por el lugar conocido como "El barrio pobre".
Se sentó en la banca de la parada de autobuses aburrido. Movía sus piernas de atrás hacia adelante como si fuera un niño chiquito, se empezó a reír como imbécil.

— Me veo bien pendejo. — Su mirada estaba perdida en el movimiento repetitivo de sus piernas.

— ¡AH, MIERDA, YA MUERETE CULERO!. —

El mexicano rápidamente se levantó del asiento extrañado por el grito, caminó hacia la dirección en donde se escuchaba la voz de un chico.

— ¿Qué chinga... — Sus palabras fueron interrumpidas por la misma voz que alzó la voz.

— ¡AGH!, ¡AYUDA POR FAVOR!. —

Llegó al lugar, para su suerte, no caminó tanto, pues era atrás del Simi.

— A ver hijos de su puta madre, ¿qué verga pasó?. — Preguntó aún con dudas, pues no sabía exactamente la razón de los gritos. Supo inmediatamente la respuesta al ver lo que sucedía.

— ¡MAAU, PUTA MADRE!, ¡AYÚDAME!, ¡ESTE CULERO TIENE UN CHINGO DE VIDA!. — Gritó un peli–negro mientras se defendía de los ataques del enemigo con un escudo ya bastante dañado.

— Tsk... ora hijo de tu chingada madre deja en paz a mi carnal. — Contestó con un tono de tepiteño, al mismo tiempo que sacaba una pistola y disparaba a aquél ser que buscaba atormentarlos.

Natalan rió un poco por el acento del contrario. Ambos estuvieron cerca de cuatro minutos lastimando al enemigo, hasta que lograron matarlo.

— Ah, ese cabrón era de los que se toman una Coca-Cola en el desayuno, no mames andaba bien potente. — Dijo el chico de barba, caminando hacía la calle principal.

— Jaja, y si. Ese wey se desayunaba Zucaritas y todavía les hechaba aún más azúcar. — Habló el guatemalteco siguiendo al mexicano.

Aunque ambos chicos no socializaban mucho, les parecía divertido cuando llegaban a hacerlo, y esa sería otra ocasión donde se conocerían más.

— Ese wey era de los que si se salía cuando el profesor decía "el que no quiera aprender, salgase". —

Ambos rieron por el comentario del mexicano, su humor era casi parecido, así que a ninguno le incomodaba las bromas del otro. Se sentaron en la orilla de la banqueta, aún cansados por la batalla anterior.

— Ps, a pesar de que esto es un barrio pobre, la verdad te quedó bastante fachero. — Admitió el chico con rasgos esqueléticos, observando a su alrededor, apreciando las construcciones de esa parte del mundo.

— Pues.. no es por hecharme porras ni nada, pero creo que me quedó muy parecido a como se ven los barrios tercermundistas. — Recorrió con la mirada todo lo que habia logrado hacer.

— Oye, ¿y en los departamentos nada vives tú y Suamps?. — Preguntó Natalan, mirando el edificio más alto del lugar.

— Puess.. si, como ya todos tienen sus casas todas chingonas, ninguno a venido a pedir residencia ahí. —

— Quiero ir a ver de nuevo. — El chico de sudadera azul se levantó, indicándole al contrario que ambos fueran hacía el lugar.

El de playera blanca captó la señal, se levantó igualmente. — Ta bien ps, vamos. —

Ambos chicos empezaron a caminar hacia el edificio, llegaron en cuestión de segundos, pues la distancia entre los departamentos y el Simi no era mucha.

— Bueno, ya sabes que aquí vive la vecina loca que hace cosas raras como agua de calzón y cosas así. — Contestó cuando los dos estaban en frente de la puerta de esa habitación de la primera planta. — Una vez casi poseen al Puvlo. — Abrió la puerta y entró, seguido del peli–negro.

ғɪɢʜᴛs ғᴏʀ ᴇᴠᴇʀʏᴛɪɴɢ. ((NATALOIER))Where stories live. Discover now