Capitulo 5.-

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Y, efectivamente, la boda se celebró al cabo de pocas semanas. Los novios unieron sus manos, entre nubes de incienso, y recibieron la bendición del obispo. Y aquella misma tarde se embarcaron para hacer su viaje de luna de miel.

La alegría duró, dentro del barco, hasta muy tarde; pero, finalmente, todo el mundo se retiró a dormir. Sólo la sirenita permaneció despierta. Con los brazos apoyados en la borda el barco, miraba lánguidamente hacia levante contemplando el despuntar del alba rosada.

Sabía que el primer rayo del sol le traería la muerte.

De repente vio cómo las aguas, hasta entonces muy quietas, comenzaban a moverse y aparecían sus hermanas. Estaban muy pálidas, y una de ellas llevaba un cuchillo muy afilado en una mano.

-Hemos venido a salvarte-dijo la sirena que empuñaba el cuchillo-. Existe una forma de romper el maleficio causado por el brebaje de la bruja. Antes de que salga el sol debes clavar este cuchillo en el corazón del príncipe y salpicarte los pies con su sangre. Entonces, tus piernas se juntarán como antes y volverás a tener cola. Serás nuevamente una hija del mar, una sirena, y podrás vivir entre nosotras más de cien años.

"Yo no puedo hacer eso", pensó la joven. "No puedo matar al príncipe porque le amo más que a mi propia vida"

-Piensa en nuestro padre, el rey del mar, y en nuestra abuela, que está tan afligida que ha perdido casi todos sus blancos cabellos.-dijo una de las hermanas de la sirenita.

-No te lo pienses más-dijo otra-. ¿No ves que la claridad del nuevo día ya alborea en el horizonte y que de aquí a poco saldrá el sol? ¡Date prisa! ¡Tienes que hundir el puñal en el corazón del príncipe y venirte con nosotras!

Y, diciendo así, se sumergieron entre las olas.

La sirenita, entonces, retiró la cortina púrpura del suntuoso dosel que habían dispuesto como cámara nupcial en la cubierta del barco, y contempló a la hermosa novia dormida con la cabeza recostada en el pecho del príncipe. Por un momento apretó firmemente el cuchillo entre los dedos y, en seguida, lo lanzó muy lejos contra las olas que, a la suave luz de la mañana, parecían de color rosa.

Con los ojos velados ya por la muerte, la sirenita miró por última vez a su querido príncipe, saltó por la borda y su cuerpo se hundió en el mar, para siempre, en una transparente ola de espuma.

THE LITTLE MERMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora