Erase una vez ...

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A veces quisiera que mi vida no hubiera ocurrido. Despertar el día de mi cumpleaños numero 16 sería maravilloso, sin embrago, eso es algo que nunca pasará...


A veces quisiera que...


No doliera tanto estar viva. Ya no tengo 16, ni siquiera 20... A la mitad de la segunda década, todo comienza a tomar perspectiva. Cuando se es adolescente no se piensa en el mañana, sólo en el aquí y el ahora, en lo presente, en lo que se siente en el momento... La fugacidad de la vida no existe cuando se es muy joven... Y tal vez, debido a eso, me siento ahora asi. Nunca pensé que mis acciones fueran malas o que mis desiciones fueran tomadas a la ligera, pero no dieron el resultado que esperaba.


Cuando tenía 18, mi vida fue muy clara, vivir en un pais gobernado por el hielo y cantar frente a miles de personas. El principio fue muy bueno, pronto se olvidaron de la cantante anterior y fue acogida por todas las bandas. El torbellino de fama, canciones, lugares llenos y mi voz, me llevaron a convertirme en una de las mejores voces de la escena del metal. Todos querían cantar conmigo, todos querían ser mis amigos, todos querían entrevistarme, pero yo... Sólo quería una cosa.... Y eso era que Thuomas Holopainen me mirará como algo más y no como su compañera de banda.


Ya habían pasado tres años desde que estaba al frente de Nightwish, mi talento era por todos conocido. Decenas de giras por el mundo me avalaban pero lo unico que me importaba era que el me mirará... Y lo hizo, poco después de que termino la gira de Dark Passion Play, comenzó lo nuestro. Primero tímido, luego intenso... Grabar Imaginaerum fue realmente agotador, entre las juntas y horas interminables en el set.... Hasta las eternas noches entre sus brazos. Thuomas no sólo era el alma de la banda, sino que se convirtió en mi esposo también... Un esposo extraño que se enfrascaba en sus cavilaciones más de lo que me gustaba... Thuomas, mi eterno tormento, mi amor más profundo es una herida que no cerrara nunca, pues mi cuento de hadas no tuvo un final feliz... Como todo en la vida, se terminó y me destruyó.


Aún me cuesta respirar profundo cuando pienso en todo lo malo que resultó de ese matrimonio...


Pero aquí estoy, un año después, tratando de alejarme todo lo que me permita el océano... No sé si hago bien, pero debo hacer lo que sea para alejarme definitivamente del fantasma del señor Holopainen...


Nunca he estado en Los Ángeles, pero de entrada, no me gusta esta ciudad, es muy soleada y ruidosa. Yo prefiero los ambientes tranquilos y solitarios, como Helsinki... Pero al final de cuentas, esto es trabajo y tengo que afrontarlo, pero si estuviera en mis manos, saldría corriendo de aquí.


-Señora, Holopainen.- me llama un sujeto desde el estacionamiento del aeropuerto. Evito soltar un quejido, hacia tiempo que nadie me llamaba así, pero supongo que aquí las noticias llegan lento.


-Wendy, solo Wendy.- le dije con cortesía.- El señor Holopainen es sólo mi compañero de grupo.


-Lo siento, no era mi intención.- dijo el. Parecia ser un chofer pues estaba junto a una camioneta negra.


-Descuide, ¿Usted me llevará a la disquera?


-Si, la señorita Brink ya la espera alli.


-Bien, vamos entonces.


María Brink, una leyenda del metal en su país. Tan distintas eramos que nos llevábamos de maravilla. Tantas veces nos encontramos en los festivales que terminamos por hacernos muy buenas amigas. Y tanto era asi que corri a abrazarla cuando entre a la oficina de la disquera donde me esperaba.


-Hermosa.- exclamó al verme.


La estreche con fuerza pues la ultima vez que la vi, fue el día en el que firme el divorcio con Thuomas.


-Te extrañé mucho.- dije sonriendo de oreja a oreja.


Ambas nos sentamos en un extremo de la enorme mesa.


-Y yo a ti. - suspiré.


-¿Cómo ha ido todo?- quiso saber, pero bajo al máximo el tono de su voz.


-Todo lo bien que puede estar despues de enterarme de que lleva 9 meses casado con ella.


María ensombreció el gesto.


-No puedo creer que se casara con esa mujer al día siguiente de firmar su divorcio.


-No, pero así fue...- dije con una media sonrisa.


Johanna Kurkela, ahora, Johanna Holopainen, era uno de los motivos por los que mi matrimonio con Thomas se habia terminado. Pensar en ella me daba nauseas de odio puro.


-Pero dime, qué es lo que haré aquí. Mi disquera estaba a punto del desmayo cuando les dije que tenía que venir en medio de la gira.


María se relajo y sonrió de oreja a oreja.


-Quiero que cantes conmigo....


-Bien, eso ya lo habíamos pactado...


-Y...- entrecerré los ojos.- Quiero que hagamos el video de la canción...


Me hundí en el asiento y entrelace mis dedos sobre el vientre.


-Bueno, no es problema, primero grabamos la canción y después pensamos en el video. Tengo una semana libre y después un mes de trabajo, puedo volver en febrero y grabamos el video. ¿Te parece?


-Trato hecho.


Esa misma semana comenzamos las grabaciones. Era una canción fuerte, como todas las de In this moment y curiosamente, lo que necesitaba cantar en aquel momento. Todo fue bien y el último día de grabación habria sido como todos de no ser por la extraña aparición de un muchacho alto y delgado.


Es una costumbre para mi, vocalizar antes de cada grabación, ensayo o concierto. Me encierro en una habitación y vocalizo hasta el cansancio, despues practico mis melodias y termino cantando Once upon a Troubador... Esa canción siempre me da el tono y me deja la voz lista para romper el microfono.


Todo fue como de costumbre pero a mitad de la canción, a traves del cristal de la puerta, pude ver a alguien apoyado en la pared mirando directamente hacia donde me encontraba.


En un principio pensé que me miraba a mi, pero lo que en realidad observaba era la pantalla a un lado de la puerta. Pero curiosamente era yo. El concierto de Wacken open air se transmitía. Me miré en la pantalla y suspiré.


-Eres tú.- dijo aquel tipo, inmensamente alto, al otro lado de la puerta.


-Si...- dije con sencillez, mirandolo con atencion. Era palido, delgado, y con una cortina de cabello negro cayendo a ambos lados de su rostro. Sus ojos eran oscuros, profundos...


-Es un gusto conocerte entonces...- dijo y se acerco más a la puerta.


-No lo creo.- sonreí.- Soy mucho menos interesante de lo que me veo en un escenario. - abri la puerta y un olor dulce me llego a la nariz. ¿Era él?- Hasta luego.- dije y me fui de alli, pasando a su lado.


Terminamos los ajustes de la canción y la pista quedo perfecta.


-¿En serio tienes que irte?- preguntó María por milésima vez. Estabamos en el estacionamiento.


-Si, pasado mañana tengo que estar en Munich para cuatro conciertos, pero prometo estar aqui antes de mi cumpleaños.- dije, caminando hacia la camioneta que me llevaría al aeropuerto.


-Bueno, yo quería presentarte a mi amado Chris, pero si no hay más remedio...


Me abrazó con fuerza y yo a ella. Subí al auto y la vi alejarse hasta un convertible rojo. Entorné la mirada y vi al sujeto de antes alli, sentado en el asiento del conductor. Asi que era amigo suyo...


Sin darme un segundo más, la camioneta avanzo y me alejo de aquella ciudad...


City LightsWhere stories live. Discover now