Parte única

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A menudo, el sentimiento amoroso viene acompañado de la ferviente ansia de asegurar la eternidad. Las dos partes implicadas no pueden evitar pensar mucho más allá de sus posibilidades reales; elaborarán planes sin cimentar, hablarán acerca de una vida en compañía, contemplarán la idea de tener unas cuantas criaturas. Todo esto estará basado en un amor actual, un sentimiento que puede al final resultar tan mudable como el interés de un niño por una muñeca nueva.

Juno había experimentado de primera mano lo volátil que era el amor; su propio afecto por Legosi hacía tiempo que se había esfumado, no dejando más que un leve cosquilleo de vergüenza al verle. Aquel a quien antes habría entregado su vida motu proprio ahora se le asemejaba al resto del vulgo. No era nadie especial, a pesar de que seguía siendo el mismo lobo que antes.

A la loba le había maravillado y aterrorizado la rapidez con la que una emoción tan fuerte podía arremeter contra alguien y después, abandonarle sin más. La hipocresía que el amor había demostrado la hizo ser consciente de que todas las historias de su infancia no eran más que mentiras; no existía un "felices para siempre", ni tampoco un amor eterno. La carne evidenciaba su debilidad de nuevo. Esa misma carne se pudría con los años, el amor se marchitaba y se volvía una rutina. Una vez difuminada la pasión, tan solo restaba una vida donde la compañía de la otra parte no era más que una característica más de la existencia.

Juno no permitiría que Louis se volviese una costumbre. Había cometido un error con Legosi; no perdonaría un nuevo desperdicio de afecto. Si empezaba a dar por hecho que Louis estaría allí, la relación alcanzaría ese terrible punto sin retorno en el que el tedio se apodera de la vida en compañía. Sin embargo, no podía librarse de la necesidad de eternidad que sentía.

El frío nocturno penetraba ahora por la ventana semiabierta. Juno había olvidado cerrarla antes de acostarse. Perezosamente, quiso levantarse para llevar a cabo la tarea y evitar que la habitación se enfriase. Un brazo sobre su cintura objetó ante sus intenciones y alertó a su dueño.

- ¿A dónde vas?

Louis no se había desprendido todavía de su voz soñolienta. Seguramente acababa de despertarse por el movimiento de Juno. Ella sonrió, diciendo que tan solo pretendía cerrar la ventana. El brazo se retiró, liberándola. Juno hizo lo dicho. Cuando iba a regresar a la cama, sus instintos la hicieron mirar inconscientemente a aquel ciervo como una excelente presa. Alguien tan precavido como ella no habría dejado que nadie la viera salivar hasta el punto de empapar la totalidad de su hocico. Por eso, agradeció que la noche fuera su aliada para esta misión.

Se deslizó sobre las sábanas, sin apartar la mirada del pecho desnudo de Louis. Se había vuelto a quedar dormido. Demostraba una absurda confianza haciendo esto; compartía lecho con una depredadora enmascarada. Juno nunca habría hecho nada que pudiese perjudicar a Louis. Pero aquello no era dañino para nadie; tan solo era la manera de consumar su afecto. Las efímeras noches de amor habían dejado de ser suficiente para ella. Ahora ansiaba una unión real, un verdadero vínculo indestructible, algo que las prácticas admitidas por la sociedad nunca hubieran contemplado. ¡Ah, la masa! ¡Siempre creyendo que tiene la razón, siempre queriendo controlar las vidas de todos los seres! ¡Estúpida e ignorante masa de idiotas! ¡Ninguno puede siquiera acercarse a la verdadera naturaleza animal! ¡Mirad ahora hacia otro lado, no vaya a ser que vuestras frágiles y estrechas mentes se horroricen ante algo tan obvio como esto!

Las garras se deslizaron sobre el pelaje amarronado. El olor del perfume de Louis era el más poderoso afrodisiaco. Lo que Juno deseaba ahora no era una pasión corriente. Los ojos oscuros de su acompañante estaban fijos en ella; temblaban de angustia, conocedores del destino que les esperaba. Juno besó una vez más a Louis, quien no opuso resistencia. Un par de colmillos se clavaron en su paladar, dejando escapar un riachuelo de sangre, la primera que mancharía la blancura bajo sus cuerpos.



La faena estaba ya hecha. Las sábanas teñidas formaban un rojo caos alrededor de Juno, cuya lengua lamía los restos de sangre que habían quedado adheridos a las comisuras de su boca. Nunca había sentido un éxtasis tan increíble como aquel. Por fin había logrado reunirse con su otra mitad. Ahora que sus sangres se habían mezclado de manera inseparable, nunca la monotonía de la rutina conseguiría apagar aquella sensación ardiente en el interior de Juno.

Y sabía que nadie lo comprendería. Que debía esconderse y esconder su violenta pasión de una sociedad que jamás escucharía las explicaciones de una mente enloquecida. Preferían sus viejas costumbres, que no lograban más que crear vidas infelices; porque lo correcto para una pareja era casarse y aceptar el hastío que el tiempo conllevaba.

¡Ah, amour fou, a qué pocos te has revelado!

Amour fou | One-shot LouJu |Where stories live. Discover now