Prólogo

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ADVERTENCIA:
Esta historia contiene: violencia, contenido sexual explícito y lenguaje soez.

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PRÓLOGO

Un jovencito que no aparentaba más de dieciocho años de edad se
encontraba en la estación del autobús. Según sus cálculos, faltaban sólo
tres minutos para que el vehículo tomara la ruta que le llevaría directo a su escuela. Para su mala suerte, llovía fuertemente; y él, refugiado bajo el techo de metal de la parada, no alcanzaba a mojarse, pero las fuertes ráfagas de viento le azotaban todo el cuerpo pequeño, estremeciéndole. Levantó su rostro para observar si el autobús se acercaba, y corroborándolo, abrochó su gabardina y ajustó su bufanda.

El autobús se detuvo y él subió rápidamente, a pesar de la rapidez en sus zancadas, cortos segundos fueron suficientes para que su cabello se mojara lo suficiente; empeorando su situación, el autobús iba que reventaba, y no tuvo más opción que irse de pie. Aprovechando el reflejo de una ventana de cristal, se observó crítico: no estaba para nada presentable; el cabello rubio totalmente despeinado destilaba pequeñas gotitas de agua, y sus ropas se encontraban húmedas y desaliñadas. Por aquella razón no gustaba de ése clima, él prefería los
días soleados, y el cantar de las aves, no ése frío que calaba hasta los huesos aunado al sonido incesante de los chubascos.

Suspiró resignado, y pensando en sus futuras clases, sintió una ligera presión en su espalda baja, curioso, miró de soslayo, pero sólo observó a un hombre de apariencia ejecutivo tras él, sin darle mayor importancia, volvió el rostro al frente.
Sin embargo, bastaron algunos segundos más para que la extraña presión volviera a presentarse, esta vez, más duradera. Incómodo y confundido, decidió moverse, empero, un brazo se posó en la agarradera del asiento, impidiéndole el paso.

Su cuerpo se paralizó, todavía sintiendo aquella dureza presionarle con ímpetu y sus ojos azules se agrandaron tras un pequeño brinco que dio el autobús, mismo que el hombre aprovechó para acercarse aún más y respirar agitado en el oído del jovencito.
Fue el colmo, y horrorizado, le quitó el brazo fuertemente y se escabulló
entre la gente, presionó el timbre, y bajó del autobús rápidamente — no sin antes cerciorarse que el hombre impúdico no le viniera pisando los talones —.

Aún faltaban un par cuadras para arribar a la universidad, y llovía a cántaros; las calles estaban inundadas y él no llevaba consigo ni siquiera un impermeable o unas botas que pudieran resistir al agua, resignado, el rubio caminó bajo la fuerte brisa e hizo aparición en su escuela completamente empapado. Más de un par de miradas se posaron en su figura, muchas más, y es que ver a Niall Horan empapado no era cosa de todos los días; el cabello rebelde, medianamente largo y mojado, caía natural sobre su rostro sonrojado por el frío, Niall era de aquellas personas que cuando le posabas la mirada, difícilmente podías despegarla: la imagen de desvalido y delicado que proyectaba, despertaba un increíble sentimiento de protección, y su belleza igual de andrógina como etérea, encendía la libido de bastantes estudiantes.

No obstante, Niall Horan vivía ajeno
a la morbosidad que despertaba haciéndole aún más deseable. Físicamente, el muchacho era poseedor de una cabellera rubia clara, del mismo color del sol y el oro, enormes ojos de un exótico color azul con largas y espesas pestañas castañas enmarcando una preciosa mirada, su nariz era pequeña y respingona - bastante infantil por cierto – y de apetecibles labios rosados, éstos portentos eran conjuntados por una piel blanca inmaculada y un cuerpo pequeño que parecía estancado en edad, puesto que el rubio apenas rebasaba el metro sesenta de estatura.

Invicto »n.sWhere stories live. Discover now