1. Defiying gravity

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Aunque no tenga claro a qué le está invitando.

Se inclina para murmurar una disculpa, infringiendo seriamente la distancia recomendada y le pone una mano de uñas rojo vino y manicura perfecta en el hombro solo un segundo más de lo estrictamente necesario.

Los labios, pintado exactamente del mismo color de que las uñas, mantienen la sonrisa y entre ellos asuma la punta de la lengua rosada. La nariz arrugada de una forma que solo puede describir como adorable es, definitivamente una invitación o un guiño.

Sí. No hay duda. Podría apostarse algo a que si le preguntase a esa mujer por el famoso club, no pondría demasiados reparos en iniciarle.

En lugar de hacerlo, como a pesar de todos los rumores es más tímido de lo que parece, menea la cabeza restándole importancia al golpe y se limita a sonreirle con educación.

Pero porque tampoco es ningún santo, clava su mirada en la de ella y se lleva la mano al cuello en ese gesto que unas cuantas mujeres le han comentado que resulta adorable.

La joven está lo suficientemente cerca para que pueda ver con se dilatan sus pupilar.

- En un rato pasaré con el carrito de las bebidas- la sonrisa que se había enfríado un poco vuelve a los labios rojo vino- por si necesita algo señor Cepeda. Mi nombre es Bárbara.

Se aleja, tacones absurdos clavándose en la moqueta del avión y Luis se gira solo un poco para ver como lo hace.

Se descubre pensando que, a pesar de lo ajustada que parece esa falda azul, probablemente no resultase tan complicado levantarla, incluso en el espacio reducido del baño de un avión.

Es pura conjetura de ingeniero claro. Cálculos de dimensiones y todo eso, no es como si fuera a hacer nada al respecto.

Porque sospecha, por la forma en la que ella le ha saludado, acariciando cada letra de su apellido que además de ser una eficiente auxiliar de vuelo, Barbara de los labios rojos, también es una fan.

Y si hay mil razones para no liarse con una desconocida en el baño de un avión cuando eres una figura pública, hay como mil millones para no hacerlo con una fan.

Por otra parte una de las cosas que peor se le dan en la vida a Luis Cepeda es perder con dignidad y Ricky y sus amigos, han picado su orgullo.

De moro que se gira de nuevo, bastante seguro de que se encontrará con la sonrisa de Barbara y efectivamente, allí está con la mirada clavada en él hablando con una compañera mientras efectúan los últimos trámites antes de despegar.

Sopesando los pros y los contras de la estupidez que está pensando hacer, vuelve a su posición original y a hacerlo se le congela la sonrisa.

Ha estado ptan concentrado en otros asuntos que ni siquiera se había dado cuenta de que habían vuelto a abrir las puertas para un pasajero de última hora.

Una pasajera para ser más exactos.

Entra a toda prisa, con la cabeza gacha para evitar las miradas furibundas del resto de pasajeros que, hasta ese momento se removían impacientes en sus asientos sin conocer la causa del retraso y ahora ya tienen a quien dirigir su furia.

Con unas gafas de sol casi más grandes que el resto de su rostro, queriendo pasar desapercibida y consiguiendo llamar más la atención en el proceso.

De primero de famoso, joder.

Luis baja a su vez la cabeza, esperando, rezando para que ella no le haya visto y alegrándose por primera vez de que su falta de previsión le haya condenado a ese asiento en mitad del avión.

Cambio de rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora