Capítulo Tres: «Un Trabajo de Historia... Ugh...»

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        Caminaba junto a Bram sin decir mucho. De vez en cuando alguno soltaba unas cuantas palabras, pero la conversación no se prolongaba demasiado. No me malinterpreten, no era un silencio incómodo, para nada... De hehco... se me hacía cómodo estar junto a Bram sin la necesidad de habar, sin sentir ese típico nerviosismo cuando repentinamente la conversación se acaba y no sabes de que habalr, porque de repente tu cabeza se encuentra completamente en blanco, no. Si no un silencio para pensar sin que te importara que la persona que se encontraba a tu lado se aburriera o pensará mal de ti.

        En fin, esta es la cosa: la semana pasada, mi primer día, quedé con Bram para hacer el trabajo de Historia Universal (UGH) con el tema de la Segunda Guerra Mundial, asi que ahora nos encaminabamos hacia su casa, con la idea de iniciar dicho informe.

        Dios. Que aburrida iba a ser esta tarde.

        En fin, lleganos a la casa de Bram y entramos. Miré a mi alrededor. Era una casa común y corriente, no había mucho que destaca. Paredes de un amarillo pálido, sillones azul oscuro, una mesa de centro de madera reluciente, la cocina a mi derecha, con la puerta entreabierta, por donde salía un olor a pollo asado, la escalera frente a mí, cubierta de uan alfombra peluda con aspecto cálido.

        Bram abrió la puerta de la cocina y metió la cabeza adentro.

—Mamá, ¡ya llegamos!

        Una voz aguda respondió.

—Esta bien, ¿quieren algo para comer?

        La madre de Bram salió de la cocina y nos sonrío. Era una mujer baja y delgada, de aspecto enfermizo, con el cabello de color caoba y los labios finos. Tenía una expresión amable y una eterna sonrisa.

—Tu debes de ser Megan, ¿no?

—Esa soy yo —dije con una risa nerviosa. Por alguna razón siempre me ha incómodado concoer a los padres de mis amigos.

—Bueno, mamá, si nos disculpas, tenemos trabajo que hacer —dijo Bram tomandome del codo y arrastrandome a la escalera.

—¿Seguros que no quieren algo para comer? —la madre de Bram gritó desde la puerta de la cocina con su voz chillona.

—Estamos bien, mamá —respondió Bram, aún arrastrandome.

—¿Seguro? —su madre chillo mientras Bram me arrastraba por la escalera— ¡Tengo gelatina!

        Bram se puso rojo y miro al cielo/techo como diciendo: "Dios, ¡no la gelatina!". Yo contuve una risa y él me miro en plan "ni-una-palabra".

        Más o menos por la mitad de la escalera Bram me soltó. Yo me enderesé y mi sacudí la ropa para luego seguirlo escaleras arriba.

-Eso fue... vergonzosos -dijo Bram tras unos segundos de silencio.

-Para nada, tu madre es un amor -dije riendo mientras le daba un codazo en las costillas-. Pero lo digo enserio, es-un-amor.

        Bram rodó los ojos y me indicó que lo siguiera.     

        Me guío a una puerta al fondo del pasillo y la abrió, dejandome pasar delante de él.

        Al entrar quede asombrada. La habitación tenía las paredes pintadas de azul y una cama de dos plazas ocupaba la esquina de esta. La radiante luz del sol entraba por una gran ventana e iluminaba la habitación. Un librero lleno de libros se encontraba apoyado contra la pared a un lado del escritorio en donde había una computadora portátil junto a varios cuadernos y un lapicero lleno de lápices.

Fanboy & FangirlWhere stories live. Discover now