-Draco...-

-Sobre lo que pasó con los dementores...- comenzó a explicar con la mirada perdida.

-ideare una mejor forma de alejarlos- se adelantó ella sabiendo que está plática tendría lugar- haré que no lo molesten si eso es lo que...-

-Evangeline- está vez el chico fue más determinado en decir su nombre lo que provocó que la pelirroja callara hasta saber que era lo que deseaba su amo. Los ojos de él se perdían en la mirada azulada de la niña que una vez vivió en un espejo; suspiró para recobrar fuerza y seguridad y volvió a mirarla- Enséñame- pidió determinadamente, se aclaró la garganta y prosiguió aún más seguro- Enséñame a invocar el Patronus. Tú eres mi responsabilidad y sin ti todos nuestros planes jamás se completarían-

Evangeline se sonrojo, la aproximidad de su amo la ponían nerviosa a pesar de no ser la primera vez que experimente un acercamiento como ese, sin embargo, sus ojos grises sobre los azules de ella tenían algo más que una petición, cosa que hizo que sus latidos no pararan de revolotear.

-Yo puedo enseñarte lo que desees Draco- sin embargo su respuesta fue segura a pesar de todos los sentimientos encontrados- pero no permitiré que te eches encima una responsabilidad que no te corresponde- explico con dulzura a la vez que correspondía el tacto con su piel- tú eres el dueño del espejo y mi deber es protegerte y cumplir cada uno de tus deseos- luego sonrió y provocó que al rubio también lo invadiera la calma que hace unos momentos había desaparecido- Además, eres mi amigo, y no permitiría que nada te pasará-

Draco se quedó callado. El movimiento de uno de los regordetes del vagón ocasionó que ambos Slytherin rompieran esa conexión de piel con piel.

La postura de Evangeline volvió a la de una tranquila y de cierta manera frívola pelirroja que era nueva en ese grupo; sin embargo, el rubio platinado se sumergió profundamente en lo que la chica le dijo momentos antes "eres mi amigo". Sus dulces y tranquilas palabras rebotaban en su memoria de un lugar a otro como si no hubiera fuerza alguna en ese lugar que las detuvieran. Nadie le había afirmado jamás a Draco ser su amigo sin tener intenciones obscuras o egoístas detrás de las palabras estándar para entablar una "amistad", lo cierto es que desde hace mucho tiempo el dio por hecho no confiar en nada ni en nadie más que él mismo.

Un bostezo exagerado llamo su atención. Crabbe se encontraba estirándose mientras que Goyle se tallaba los ojos con una lentitud que provocaban querer dormir otro rato.

-¿Tan rápido hemos llegado?- preguntó con aire pesado uno de ellos.

Evangeline asintió. Algunos alumnos se encontraban formados en el pasillo esperando a que les tocará su turno para poder salir y acomodarse en las carretas que los llevarán al castillo imponente de Hogwarts.
Draco se levantó y sacudió su túnica para así acomodarla y alisar las pocas arrugas que se formaron en el trayecto y, como si hubiera presionado un botón la pelirroja lo imitó de forma implacable.

-Bueno, Draco Malfoy- sentenció Evangeline mirándolo con seriedad- yo lo sigo-

El rubio asintió, se acercó a la puerta deslizable y abrió con determinación. Los alumnos que iban pasando por ese vagón eran un año menor y Evany al visualizar con detenimiento sus túnicas pudo notar que pertenecían a la casa de las serpientes. En cuanto aquellos alumnos entendieron que se cruzaron con al príncipe de Slytherin se detuvieron en seco y agacharon la mirada de manera tímida.

Evangeline sabía que podía esperar todo de Draco, desde ignorarlos hasta despreciarlos. Dentro de ella misma se preguntaba el porqué de su comportamiento, había convivido lo bastante con él para entender algunos de sus gustos, su personalidad e incluso su temperamento, pero, todo el tiempo junto a él no explicaba el desprecio con el que se dirigía a muchos. Incluso no han sido pocas las veces que sospechaba de ser este un auto desprecio por los comentarios tan crueles que en muchas ocasiones su padre le repetía.

-Soy el príncipe de Slytherin- la voz de su reconocido amo la saco de sus pensamientos- es algo que debes tener muy en claro-

Evangeline asintió con una sonrisa orgullosa y segura de sí misma antes de seguir detrás de Malfoy una vez el pasillo despejado.

El príncipe de Slytherin era un título propio de Draco Malfoy. Según la pelirroja lo tenía entendido la sangre pura de los Malfoy permitió que su amo se viera rodeado de gente sedienta de poder, ambición y orgullo. Gente obsesionada con la sangre y las generaciones de familias nobles.

-Espero poder ser digna de estar en su círculo social, Draco Malfoy- sentenció de una manera dulce. Malfoy asintió sin mirarla y siguió caminando como si su presencia no fuera prioridad.

Acto que aprovecharon los regordetes para rodear a la casi nueva integrante de su grupo.

-Entonces Evangeline, ¿Eres buena usando magia? - pregunto Goyle siendo el más valiente de los dos.

-Desde que empecé a leer me culturicé con libros y libros de hechizos. En cuanto pudieron enseñarme lo básico fui capaz de adelantar mis conocimientos así que, posiblemente estás clases en Hogwarts sean sencillas- unas mentiritas y unas cuantas verdades.

-¿Qué piensas de los muggles?- pregunto el otro

Está, a diferencia de la anterior, era una pregunta difícil. Ella era parte muggle y vivió rodeada de cosas muggles en sus primeros años junto con su adorado hermano y, a decir verdad, muchas cosas de ese mundo las disfruto muchísimo.

-Considero que no deberían tener derecho de usar magia- opinión que no era para nada sincera pero que debía hacer creer para no levantar sospechas.

-¡Yo también pienso lo mismo pecosa!- sonrió Goyle al saber que tenía alguien cerca con los mismos ideales ignorando por completo la molestia que despertó en Draco.

Aunque nadie podía verlo ya que se encontraba caminando por muchos pasos delante de su grupo una sensación de ira lo invadió. ¿Qué era eso? ¿Celos?¿Orgullo?. Cualquiera que fuera la razón luchaba contra sí mismo para no girarse a sus acompañantes y ordenarles callarlos sin fundamento alguno.

-No me llames así- fulminó la pelirroja. Cómo si hubiera una conexión entre ella y su amo.- No sé con qué derecho te crees para llamarme de esa manera-

Goyle más que ofenderse levantó los hombros. No le extrañaba que una chica le hablara con tanta intensidad y para ser sincero consigo mismo Evangeline era demasiado hermosa para no ser la excepción, además, ya había entrado en confianza muy rápido y ese fue su error.

-Llámame Evangeline, ese es mi nombre- termino con esa conversación.

A decir verdad, a Evangeline no le molestaba en lo absoluto ser llamada de muchas maneras, a veces hasta le daba igual pero, el apodo de "pecosa" se lo había puesto solo su adorado amo y si el no permitía que alguien más la llamará así ella tampoco tendría por qué hacerlo.
Por otra parte Draco solo detuvo su andar hasta que estaba frente a las canoas que los llevarían hasta la entrada de Hogwarts. Estaba sumamente satisfecho con la posición que Evany había tomado y extrañamente aliviado. Él no quería que nadie la llamará así, no lo deseaba y no pensaba permitirlo...pero para esto debe haber paciencia por delante de todo; Evany y Draco se conocen desde ya tiempo y eso nadie más lo sabe así que no pude solo tratarla como lo ha hecho día a día en vacaciones.

Nadie más tenía la confianza que había depositado en esa niña de cabello rojo y pecas resaltadas. Nadie había permanecido con él tanto tiempo así que ¿Por qué no solo adelantar las cosas? ¿Por qué no arriesgar algunos planes para que nadie quiera arrebatarla de su lado y, como ha sido esos dos años, lo dejen atrás?

-Evangeline- llamo serenamente, tono de voz que sorprendió a cada uno de los acompañantes, incluso a la mencionada que, según lo recordaba, su amo se comportaría de una manera sumamente fría y distante. Algo que no cabía en ese tono de voz y esa...esa pequeña sonrisa que se estaba formando en sus labios- siéntate conmigo, esos días idiotas te quitarán el tiempo-

Ella asintió con la misma sonrisa, no sabía por qué tomo esa decisión de alterar todo lo que ambos habían ideado, pero, era su amo, y confiaba todo a él sin dudarlo. Observo como él se subía primero y con esa misma sonrisa tranquila le extendía su brazo para ayudarla a subir, ella adelantó unos cuantos pasos y la tomo sin duda alguna, ese tacto de piel con piel le aseguraban que estaba en este mundo, que necesitaba de Draco para estar ahí y que definitivamente lo cuidaría como a ningún otro. Eso se merece, eso y más.

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La Maldición Riddle [El Dueño Del Espejo #2] (DRACO MALFOY) - AUTORA ORIGINALWhere stories live. Discover now