some, capítulo único.

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—¿Es culpa mía si no soy buena expresándome? —se preguntó a sí misma Kim Jiwoo, releyendo su carta por quincuagésima vez. Se llevó las manos a la frente y cerró los ojos, frustrada. Su declaración carecía de conectores, ni siquiera seguía un orden lógico y eso la hacía ver como una carta que un niño de 8 años pudo hacer perfectamente. Miró por la ventana. El cielo estaba gris y amenazaba con gruesos cúmulos de que tarde o temprano nevaría.

—¿Podré ver la primera nevada a su lado...? —suspiró. Negó con la cabeza. —Vamos, Jiwoo, hasta tú sabes lo poco probable que es eso. Ella no será tu destinada aun si existiera la remota posibilidad de que la contemplarais juntas, no seas tonta.

Unos tacones sonaron por el pasillo del segundo piso, donde Jiwoo residía. No pudo evitar dejar todo lo que estaba haciendo para verla pasar. Sabía que era ella. Sus tacones suenan de ese modo. Se escucha casi imperceptiblemente el sonido al mascar su chicle. Se podía apreciar el sonido de sus pulseras cuando chocaban.

Ha Sooyoung. Hasta su nombre sonaba bien. ¿Algo que también sonara bien? Kim Sooyoung, la muchacha que le había robado el corazón con su propio apellido. A pesar de ello, ambas habían hablado tres veces contadas. La magnífica Ha Sooyoung no se juntaba con gente de esa clase.

Sooyoung era una chica fría. Más bien, reservada. Jiwoo no creía que alguien podía ser frío, simplemente callado. Pero Sooyoung era la frialdad en persona. El sarcasmo invadía cinco de cada tres frases que soltaba, literalmente; y los chicos de la clase de Kim solían decir que si la veías sonreír, te has ganado un lugar en su corazón. Así de difícil era verla con una mueca alegre.

Pero Jiwoo no era así, claro que no. Kim Jiwoo era la persona más cálida que Corea había visto, desde luego. No era infantil en absoluto, era alegre. Tierna, también. Coleccionaba pegatinas de pingüinos y de cisnes. Se alegraba incluso si únicamente tenía una manzana para almorzar. Trataba con cariño a cualquier persona a menos que le haya demostrado que no era capaz de tratarla igual. Por eso, medio instituto amaba a Jiwoo. Y el otro medio, bien, toleraba a Sooyoung. Pero sólo porque sabían que Kim estaba enamorada de ella. Si no, la repudiarían.

La gente no entendía el por qué Jiwoo no era capaz de decirle a Sooyoung lo mucho que le gustaba, así sin más. Kim les decía a todos que los quería todos los días, pero era incapaz de mirarla a los ojos y decirle que le llevaba gustando cinco meses. Aunque lo deseara más que nada en el mundo, le costaba demasiado ser honesta ante Ha.

A veces Jungeun y Chaewon, quienes comían a su lado por ser sus mejores amigas, habían intentado atraer a Sooyoung mediante Hyejoo, hermanastra de ésta, quien sentía interés por Chaewon. Pero por desgracia, Jiwoo se había trabado en más de una vez y la había acabado empujando verbalmente para luego intentar corregirlo, sin éxito. 

Un día, hasta la había intentado seducir, llevándose un codazo de la mayor por fotografiarla a escondidas. Pero a Jiwoo no le importó, porque estuvo pensando en cómo sonreía Sooyoung cuando estaba distraída, con la guardia baja.

Pero se acabó. Hoy tenía que ser el día para que por fin le dijera que quería algo con ella. Hoy, porque se había cansado de adorarla en secreto y quería demostrarles a todos que no era una persona seria, sino una cosa muy pequeñita y preciosa que, muy, muy, muy, muy dentro de su ser, era un poco amable.

Jiwoo se moría de ganas de llamarla todos los días y desearle unos buenos días y unas buenas noches, pero para empezar tenía que hacerle saber que la quería y no era una mala persona, que por favor la desbloqueara, no se arrepentiría.

De tanto pensar la manera en decírselo, acabó chocándose con la susodicha.

—¡Sooyoung, qué sorpresa! ¿Vienes mucho por aquí?

SOME | 𝗖𝗛𝗨𝗨𝗩𝗘𝗦Where stories live. Discover now