—No importa —lo interrumpió—. Ya cumpliste con eso de darme una lección, eso es lo que querías.

Cyara se maldijo un par de veces por permitirle hacer lo que hizo. Tuvo que levantarse y continuar con su trabajo, no permitiría que ese hombre le jodiese la cabeza. Le gustaba lo que había hecho y eso no debería de suceder, ¿no? ¿Quien era ese hombre para decirle "abre la boca"? ¿Qué coño tenía ella en mente al hacerlo?

"No volveré a obedecer a un hombre de esa manera, no volveré a obedecer a un hombre de esa manera, no volveré a obedecer a un hombre de esa manera..." Las notas mentales iban a quedar en el olvido y eso le jodía más que nada, estaba tirando sus bases feministas.

Fiammenta la esperaba con una sonrisa en los labios cuando llegó a la barra, ansiosa por hablar con ella sobre lo que acababa de suceder e incluso animarla a seguir con lo que, sin saberlo, ya había empezado ese día.

—¿Y... Qué tal estuvo? —alzó sus cejas y mordisqueó su labio inferior, sabiendo que la respuesta tenía que ser buena pero que no lo admitiría, al menos eso le expresaba su rostro.

Cyara la regresó a mirar y se encogió de hombros sin saber que decir. No iba a criticar a su jefe delante de ella, sería de muy mal gusto y más cuando sabía que era la sumisa de otro de los dueños del club, se metería en un terreno pantanoso.

Tomó el contrato en sus manos y lo tiró a la basura, con la mirada recorrió el local y divisó la mesa en donde estaban los dueños. Dos de los Maestros tenían su mirada fija en ella, Joel y el hombre que acababa de follar su boca, también conocido como Christopher.

—No debiste de hacer eso —advirtió su compañera en voz baja, a Cyara no le importó demasiado lo que acababa de decirle y siguió con su trabajo como si nada, dejándose llevar por el entretenimiento.

Las horas pasaron volando, no era el mejor trabajo del mundo pero al menos era se pasaba rápido el tiempo. Seguía sin familiarizarse con su entorno, sin embargo, no le tomó importancia y se centró en servir las bebidas que las personas le pedían.

Al terminar su turno se despidió de su compañera, la única persona allí que le parecía realmente agradable y con la que pensaba que podría llegar a llevarse bien. Caminó hasta la salida com pasó firme, era hora de volver a su tan ansiada casa, donde el ambiente que allí la esperaba era de su rollo y no como el lugar donde se encontraba.

—Alto ahí, señorita. —La voz de Joel hizo que se detuviera y volteara a verlo—. Ya sabes porque estoy aquí, acompáñame a mi oficina.

No lo sabía con seguridad pero por su mente pasaba la idea de que era por haber tirado el contrato.

Suspiró resignada, le dolían los pies y necesitaba descalzarse y tumbarse en cama. Además de que no podría aguantar allí un segundo más, sería insoportable.

Al llegar le abrió la puerta y la dejó pasar. Se sorprendió al ver al hombre que le empezaba a generar dolores de cabeza apoyado en el escritorio.

—Toma asiento.

Con pasos torpes caminó hacia las sillas que estaban frente al escritorio, tomó asiento y se removió incómoda.

—Supongo que sabes porque estás aquí, ¿verdad? —preguntó Joel mirándola fijamente—. Tu primer día y ya estás en problemas, Cyara.

—¿Problemas? —ladeó la cabeza mirándolo —. ¿Por haber tirado ese estúpido contrato?

Ninguno de los dos dijo nada, solo se miraron entre ellos. Si seguía así en el club, su actitud la llevaría a grandes problemas.

—Primer punto, Cyara, tú no eres nadie para levantarnos la voz y mucho menos para decirnos malas palabras —espetó Christopher con el ceño fruncido—. ¿Con esa sucia boca me chupaste la polla hace un par de horas?

Oscura tentación Where stories live. Discover now