¿Un ángel caído?

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-Ale- dijo aquella chica rubia que venía corriendo desde el palacio- necesitamos que vengas, la señorita Clara te mandó a llamar.
-¿qué pasó?- dije algo preocupada. Sophia me miró con algo de preocupación.
-creo que lo sabe- dijo y yo me tensé- están tu padre y el señor Rafael- estaba en problemas.
-yo... ya voy- dije y saqué mis alas para volar al palacio.
Llegué y me abrieron las puertas dejando ver a la señorita clara a un lado de donde se encontraba mi padre, Gabriel.
-Alejandra DiLuca- dijo mi padre mirándome pude ver que se llevaba la mano a la cara
-¿si...?-pregunté nerviosa
-me han llegado varios rumores, señorita, pero te doy la oportunidad de que me digas la verdad y solamente la verdad- se acercó Rafael y me mostró un pergamino.
-esto...- dije y lo miré
-ábrelo- dijo firmemente
Yo abrí el pergamino y para mi desgracia, habían dibujos donde aparecía yo...
-¿es verdad?- dijo y yo no supe qué responder
-¿es verdad, Alejandra?-volvió a preguntar y yo solté el llanto
-lo siento- dije mirándolo
-¿crees que salvar a los mortales que están destinados a morir está bien?-dijo realmente molesto, yo hablé
-pero... no merecía morir así, así no- dije y el negó
-No era tu trabajo decidir eso Ale- dijo y me quitó mi collar blanco. Era mi pase a la inmortalidad y a mi forma angelical.
-¿qué haces?- dije llorando
-será tu castigo, señorita- dijo el señor Rafael y pude jurar que mi mundo se derrumbó.
Mi padre se acercó y me abrazó.
-es algo temporal cariño- me dijo acariciando mi pelo para luego besar mi frente. Decidí que no lloraría mas por salvar a alguien, aunque me haya costado mi inmortalidad.
-yo puedo- dije y mi padre asintió
-tú puedes cariño- dijo y me despedí de él
Sentí como las nubes en mis pies se hicieron vapor y sentí cómo caía desde lo más alto. Sentí un golpe seco y vi todo negro.
.
.
.
-¿oye te encuentras bien?- escuché una voz y abrí los ojos
-¿qué...?- dije tratando de ver a la chica con claridad
-te encontré acá y llevo como media hora tratando que despiertes- me tendió la mano y yo la tomé para levantarme.
-eh.. si gracias creo que me caí de aquel árbol- dije apuntando el pino encima de mi.
-debes ser cuidadosa la próxima vez- dijo aquella chica sonriendo- soy Lupita- me extendió la mano en forma de saludo y yo se la tomé.
-Ale mucho gusto- dije y le devolví la sonrisa
-bueno Ale, qué tal si vamos al hospital a qué vean si no tienes nada roto- yo asentí al sentir algo de dolor en las costillas.
- el hospital suena excelente- dije y sonreí mientras caminábamos.

                 Algunas horas después
-este es mi departamento, no es muy grande pero tengo un cuarto extra- dijo Lupita mostrándome aquella habitación, era realmente bonita, las paredes eran de color beige y estaban adornadas de algunos cuadros y la lámpara daba buena iluminación.
-No es necesario- dije y ella negó
-No es ninguna molestia, me viene bien algo de compañía ya que me acabo de mudar sola- dijo sonriendo y yo le devolví el gesto
-está bien, en ese caso muchas gracias- dije y me instalé en la habitación, realmente no tenía nada que desempacar.
-ten, algunas prendas que ya no utilizo- dijo Lupita regresando al cuarto- te vendrán bien, no es mucho pero nos podemos acomodar.
-muchas gracias de nuevo- dije y ella sonrió saliendo de la habitación.
Me recosté en la cama y poco a poco me fue ganando el sueño.
Desperté después de varias horas y me sentía mejor de las costillas, tomé del cajón de al lado la pastilla que me tocaba para el dolor y la tragué.
Salí a la cocina y me encontré con una nota de post it en el refrigerador
"Salí a comprar la cena, no tardo"
Subí y me ubiqué para encontrar el baño y tomar una ducha caliente, abrí la llave y me quedé bajo el agua un buen rato, relajándome y cantando. Era un momento conmigo misma.

El Fruto ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora