Hasta pronto.

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Narrador omnisciente:

Peeves cabeceaba suspendido en el aire, desde donde contemplaba a Fred y George, que estaban sentados en el suelo en medio del vestíbulo.

-¡Muy bien! -gritó triunfante la profesora Umbridge que contemplaba a sus presas desde arriba-. ¿Les parece muy gracioso convertir un pasillo del colegio en un pantano?

-Pues sí, la verdad -contestó Fred, que miraba a la profesora sin dar señal alguna de temor. Filch, que casi lloraba de felicidad, se abrió paso a empujones hasta la profesora Umbridge.

-Ya tengo el permiso, señora -anunció con voz ronca mientras agitaba un trozo de pergamino-. Tengo el permiso y tengo las fustas preparadas. Déjeme hacerlo ahora, por favor...

-Muy bien, Argus -repuso ella- Ustedes dos -prosiguió sin dejar de mirar a los gemelos- van a saber lo que les pasa a los alborotadores en mi colegio.

-¿Sabe qué le digo? -replicó Fred-. Me parece que no. -Miró a su hermano y añadió-: Creo que ya somos mayorcitos para estar internos en un colegio, George.

-Sí, yo también tengo esa impresión -coincidió George con desparpajo.

-Ya va siendo hora de que pongamos a prueba nuestro talento en el mundo real, ¿no? -le preguntó Fred.

-Desde luego -contestó George.

Y antes de que la profesora Umbridge pudiera decir ni una palabra, los gemelos Weasley levantaron sus varitas y gritaron juntos:

-¡Accio escobas!

Se oyó un fuerte estrépito a lo lejos, las escobas de Fred y George, una de las cuales arrastraba todavía la pesada cadena y la barra de hierro con que la profesora Umbridge las había atado a la pared, volaban a toda velocidad por el pasillo hacia sus propietarios; torcieron hacia la izquierda, bajaron la escalera como una exhalación y se pararon en seco delante de los gemelos. El ruido que hizo la cadena al chocar contra las losas de piedra del suelo resonó por el vestíbulo.

-Hasta nunca -le dijo Fred a la profesora Umbridge, y pasó una pierna por encima de la escoba.

-Sí, no se moleste en enviarnos ninguna postal -añadió George, y también montó en su escoba.

Fred miró a los estudiantes que se habían congregado en el vestíbulo, que los observaban atentos y en silencio.

-Si a alguien le interesa comprar un pantano portátil como el que han visto arriba, los encontrará en Sortilegios Weasley, en el número noventa y tres del callejón Diagon -dijo en voz alta.

-Hacemos descuentos especiales a los estudiantes de Hogwarts que se comprometan a utilizar nuestros productos para deshacerse de esa vieja bruja -añadió George señalando a la profesora Umbridge.

-¡DETENLOS! -chilló la mujer, pero ya era demasiado tarde.

Cuando la Brigada Inquisitorial empezó a cercarlos, Fred y George dieron un pisotón en el suelo y se elevaron a más de cuatro metros, mientras la barra de hierro oscilaba peligrosamente un poco más abajo.

Fred miró hacia donde estaban los miembros de la brigada Inquisitorial, miró a su novia.

¡Escríbeme!- Gritó con una sonrisa en el rostro.

Luego, miró hacia el otro extremo del vestíbulo, donde estaba suspendido el poltergeist, que cabeceaba a la misma altura que ellos, por encima de la multitud.

-Hazle la vida imposible por nosotros, Peeves.

Y Peeves se quitó el sombrero con cascabeles de la cabeza e hizo una ostentosa reverencia al mismo tiempo que los gemelos daban una vuelta al vestíbulo en medio de un aplauso apoteósico de los estudiantes y salían volando por las puertas abiertas hacia una espléndida puesta de sol.

Hasta luego, gemelos...

By: K.S

Comprometida.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum