Mi última persona asignada fue Jenna, ahora tendría que cuidar a su nieta. Han pasado 27 años desde que cumplió sus dieciocho. He perdido un poco la práctica. Las personas que me han tocado últimamente se vuelven adolescentes comunes que odian a sus padres y se escapan de sus casas. Es más fácil cuando son niños, son graciosos. Y dejan de serlo cuando crecen. Era curioso que me tocara otra persona del mismo lazo consanguíneo. La última vez fue en 1839, recuerdo su nombre, Adolphe Beltier, era francés. Fui asignado antes a su tatarabuelo.

Al llegar a la habitación del hospital donde se encontraba la bebé, vi a su madre dormida. Seguro cansada. En cambio, a su lado, en la pequeña cuna, la bebé seguía despierta. No lloraba, tampoco parecía tener hambre. Estaba muy quieta succionando su dedo. Apenas me acerqué, sus ojos buscaron a los míos. Extendí mis brazos para tomarla, y con cuidado la coloqué entre mis brazos. Era tan ligera como una pluma, vi su distintivo en su muñeca y marcaba 2k 500gr. Era muy pequeña, apenas llegaba al tamaño de mi antebrazo.

—Hola pequeña Gwen — susurré. Ella no paraba de mirarme, sus ojos de un azul oscuro se movían de un lado a otro tratando de concentrarse en los míos. Una sonrisa se plasmó en ella cuando logró sostenerme la mirada. Y en mí, sentí algo muy extraño, me di cuenta que me había hecho sonreír también. Era un sentimiento en mi interior, como si mi corazón lo emanara. Esta forma... En la que me sentía, lo causaba estaba pequeña niña ¿Era ternura? ¿Cómo mi corazón podía sentir esto? Tenía que evitarlo, sin embargo, era imposible ¿Cómo puedes evitar sentimientos?—Te cuidaré Gwen, a donde vayas. Cuando duermas, en todo momento sin importar qué. Siempre te protegeré — terminé mi juramento, cerrando así, la conexión.

La volví a dejar en su cama. Y sin esperar más, me terminé yendo. Junto con esa extraña sensación recorriéndome. Le temí, le temí porque esto no era bueno.


De vuelta al presente 28 abril 2018


Fue la primera vez y la única que sentí amor por un humano. Gwen parecía estar destinada a mí.

Ahora me encontraba en un punto de elección. Cuando Gwen creció ya no era más esa niña. Y me enamoré de ella. Teniendo en cuenta mi destierro total, aun así, lo hice. Temía por eso, temía amarla y no poder dejarla ir, porque estaba consciente de que ella no podía ser para mí, era una imposibilidad. Una imposibilidad a la cual me aferraba.

Callum y Atom aparecieron en la sala en medio de una ráfaga de viento. Se habían ido hace dos horas, esperaba que trajeran buenas noticias. Pero por sus caras largas sabía que no era así. Fueron a casa de Evan, los tres sabíamos que él fue el que ocasionó el accidente ayer.

—¿Y bien? —indagué al verlos.

Atom lanzó su cuerpo encima del sofá dejando escapar un suspiro—Puedo olerla en todo el apartamento. ¿La trajiste?

—¿Eso es lo único que te importa ahora?— bufé de mala gana.

—Qué lindo. ¿Le organizaste una cita?

—Dejen sus discusiones para otro momento —se interpuso Callum. Alzó los brazos en señal de que nos detuviéramos.

—Evan se opuso hablar por un momento— declaró Atom.

—¿Pero les dijo algo? — inquirí.

Atom se rascó la barbilla e hizo una mueca con su boca —Digamos que tuve que darle un empujón.

—¿Un empujón?— Callum lo miraba con el ceño fruncido—¡Casi le rompes los huesos!

—¿Le ibas a romper los huesos?— pregunté con entusiasmo. Hubiese sido divertido haber estado ahí.

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now