¡𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐚!

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Todos los días la misma rutina de siempre. Abrir los ojos, mirar el teléfono, dormir, dormir y dormir hasta la tarde, levantarse de la cama, escuchar los gritos de mamá y mis hermanos, la desesperación se comienza a apoderar en mí ante tanto ruido y desorden.

Escuchar las quejas de mamá y como me suele recordar el hecho de que no soy el hijo que ella deseaba, o mejor dicho, la hija que ella deseaba. Recordar lo inservible y infeliz que suelo ser, pero claro, tenía razón, nunca hago nada bien, me la paso encerrado en mí habitación, tengo malas notas, una actitud del asco, un vago de mierda según ella. Pero claro, las cosas que a mí se me dan bien no tiene importancia porque no es algo que me saque adelante, como dice mí amada madre, "no hay razón de seguir en este mundo si no aportas nada en él".

Mis hermanos haciendo de las suyas. El de en medio siendo el mimado y favorito de mis padres, haciendo lo que se le de la gana sin siquiera ponerle un alto, claro, desde que mamá y papá no están juntos él se volvió el "hombre de la casa". El más pequeño solo grita, golpea y hace desorden, todo porque nadie se sienta con calma en enseñarle las cosas, pero si quieren enseñarle algo lo hacen a gritos, olvidándose de que apenas es un niño de tan solo 3 años.

No aporto nada en esta casa, lo único que sé hacer es cuidar a mos hermanos hasta las 10 a.m, todo porque a esa hora están dormidos, tengo que quedarme toda la noche despierto esperando a que ambos se duerman para así al menos dormir 2 o 3 horas, 4 si tengo suerte.

Mis audífonos están rotos, ahora no puedo ignorar las peleas de mamá y papá, no puedo ignorar sus comentarios, pero está bien, papá dice que si no estoy preparado para esos comentarios, no estaré nunca preparado para la vida, por lo cual talvez me estarán dando una pequeña ayuda, juntando la inmunidad a los golpes que me generaron de tanta paliza, pero claro, eso no se menciona, cosas de familia.

¡ No lo escuchaste venir de mí. !