Capítulo 11: Tobías Bennet (Parte 2)

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-¿Te ayudo?- Reí divertido sosteniendo mis propias maletas mientras él me examinaba de arriba abajo con sus dos ojos cual abismos.

- Hola...- Sonrió extendiéndome la mano con una grata sonrisa.- Soy Cez, Cez Laurent.

-Tobías Bennet.- Le extendí de vuelta la mano mientras sonreía, su mano era tan cálida.

-¿Mi nuevo compañero? Vaya, estoy realmente sorprendido.

-¿Ah sí?

-Sí.- Y sonrió.

El chico era tan espontaneo y extrovertido que a veces era sorprendente y hasta gracioso. El chico era realmente peculiar, le gustaba escuchar música y saltar en la cama cuando limpiaba la casa o hacía una actividad que le gustara, solía comer fresas antes de dormir o antes de salir a clase para mantener sus ideas frescas, solía hablar demasiado de cosas que le gustaban como cantar y demás, era realmente encantadora su personalidad.

Estudiaba Arte, había veces en que se la pasaba el día entero con canciones en la mano, había otras que de repente se acostaba entre mis piernas tarareando una canción; solía de repente cantar canciones de rock modernas u otras veces simplemente cantar en voz baja canciones románticas de alguna película.

Otra cosa que igualmente me encantaba era su forma de ver la vida y de escuchar a los demás, solía hablar de sexo, de muerte, de galaxias lejanas, del significado de la vida, de Dora la Exploradora, sus defectos, su niñez poco agradable (que por cierto, ese día nos quedamos en vela mientras tocaba su mano y lloraba ante cada palabra, había sido una vida dura ¿qué vida no lo era?), de sus miedos, de sus suelos, de sus inseguridades y sus metas. El me escuchaba a mi atento cuando me tocaba hablar, con ambas manos abrazando sujetando sus rodillas y con la cabeza recargada sobre la cama; me consolaba ante lo triste y mal que me sentía, me platicaba que lo tomara como una lección de vida, incluso mi Satiriasis lo tomó muy bien. Era de mente abierta.

Y en cuando menos me di cuenta: Terminé enamorándome de él.

Las vacaciones habían llegado de verano, ambos no teníamos en realidad una verdadera razón para ir a visitar a nuestras familias así que nos quedamos en la Universidad un tanto vacía disfrutando del silencio y la paz, disfrutando de películas caseras que ponía en la computadora o simplemente de tomar la Alberca de la facultad de Deportes a escondidas

Ese día ambos caminábamos escuchando a los pocos alumnos que se habían quedado en el lugar, la suave música del radio y la suave melodía del viento, Cez tenía una belleza peculiar, una belleza tanto perversa como abrumadora, era el tipo de persona que no podías evitar voltearlo a ver en la calle.

-Oye Cez.

-Dime, Toby.

-Me.

-No seas idiota.- Me volteó a ver mientras se comenzaba a reír de mi estupidez.

-Ya enserio.- Le sonreí mientras miraba como entre sus pies pateaba una pequeña piedra tal y como lo haría un niño.- Quiero decirte algo importante

-Me estas asustando.

-Me gustas muchísimo.- Comencé a hablar mirando al cielo tratando de verme casual y calmado, aunque el pecho sentía que pronto me explotaría del pánico y emoción.- ¡Joder, estoy tan nervioso!...Digo, es que eres bellísimo, pero yo te quiero algo mucho más que para sexo, o sea, me gustas de verdad, me gustas como persona...

-Seamos novios.- Dijo tan serio interrumpiéndome que por segundos pensé que no hablaba enserio.

-¿Ah?

-Seamos novios, Toby.

Nunca me había sentido tan nervioso en toda mi puta vida. En verdad, era algo tan inusual, no sabía si quiera en que momento podía tomarle la mano o besar su mejilla, él solamente se reía de mí.

Joder, fue como vivir un sueño.

Yo podía jurar que Cez era mi alma gemela, podía jurar que habíamos nacido el uno para el otro para amarnos y desearnos mutuamente. Cada día me hacía tan feliz, incluso aunque a veces solamente pudiéramos besarnos una vez por día. Lo recuerdo tan claramente:

Los lunes ambos estábamos demasiados ocupados por ser inicio de semana que nos besábamos en la mañana y por la noche nos demostrábamos en la cama cuando nos habíamos extrañado.

Los martes solía salir temprano yo y cocinarle algo que cenar cuando volviera.

Los miércoles solía ir al mercado fuera del Colegio para comprarle las fresas que tanto le gustaban y cuando regresaba él tenía una rica comida lista para mí.

Los Jueves ambos nos la pasábamos haciendo tareas y ayudándonos mutuamente mientras comíamos comida rápida en la habitación.

Los sábados apenas y teníamos tiempo para darnos un abrazo, lo fundamental era terminar nuestros deberes de la Universidad.

Los domingos estábamos libres, solíamos pedir pizza y quedarnos viendo películas toda la tarde o salir a caminar por la ciudad juntos para conocer.

Pero todo lo bonito, tiene un final. ¿No?

Conocí su verdadera cara un miércoles que había regresado mucho antes de lo usual, Damián (como siempre) dormía en su habitación sin percatarse de nada en realidad, entré sin tocar.

-¡Ah! ¡Más duro!- Gritaba Cez mientras un rubio de espalda ancha y de brazos fornidos lo tomaba de los cabellos y cadera metiéndosela como animal.

Me quedé mudo con la mano en la perilla aun, el chico nalgueaba a Cez mientras este babeaba como animal, era una escena asquerosa al ver los testículos como le rebotaban contra las nalgas.

-¡Me vengo!

Lo que pasó a partir de ahí, fue nuevamente un punto y final en mi "adorada" nueva vida.

Enséñame a amar (yaoi)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora