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Friedrich ha dejado una copia de la fotografía en el suelo, al otro lado de nuestra puerta principal. La debe haber deslizado por debajo de la puerta tras volver de recoger las fotografías, aunque no sabía que él sería el encargado de recogerlas todas. 

-¿Estos eran los chicos del otro día? -pregunta Elizabeth, observando la fotografía junto a mí. 

Asiento en respuesta, pasando las yemas de los dedos por encima de las caras de los allí presentes. 

-Ese chico es muy guapo -comenta Elizabeth, antes de dirigirse a la cocina para preparar la cena, después de acabar de llegar de su oficina. 

Ella ha señalado a Engel, que sonríe en la fotografía. Elizabeth tiene buen gusto, la verdad. Engel es muy guapo, como un modelo de Abercrombie, pero... nada que ver con Friedrich que tiene una belleza mucho más aniñada. La mención de Engel hace que recuerde que se ha ido de Berlín, camino de París. 

-No me comentaste si descubriste algo interesante la pasada noche -me recuerda ella, mientras tomo asiento en un banco en la cocina. 

-No hay nada interesante que contar, la verdad -confieso, jugando con el borde de mi vestido-. Ellos únicamente tenían la intención de divertirse, no quisieron hablar de política... ni de la guerra. Y mucho menos en inglés.

-Entiendo -murmura-. Parece que Heinz y tú cada vez sois más cercanos... -comenta mientras remueve el contenido de la olla. 

Me encojo de hombros a pesar de que ella no me ve. 

-Supongo que Heinz no es una persona... horrible -puntúo-. ¿Por qué? ¿Crees que debería dejar de ir contigo a la oficina? 

Ella se gira y se apoya contra la encimera, cruzando los brazos sobre su pecho y estudiando mi mirada. 

-No -comienza a decir con calma-. Es solo que pienso que estás en una pequeña encrucijada, Charlotte -señala-. Lo veo en tu cara cada vez que estás con Friedrich y con Heinz. Cuando estás con uno te sientes culpable de no estar con el otro, ¿a qué sí? -pregunta con una rubia ceja levantada. 

Suelto la risa por la nariz. 

-No sabía que podías ver tantas cosas con solo mirarme -aseguro, con un poco de nerviosismo y temor, por todas las cosas que mi cara pueda delatar aquí, jugándome la vida a ratos. 

-Créeme, no es solo la cara -asegura con una sonrisa irónica-. Simplemente es la experiencia. Y el hecho de que soy tu tía.

Niego con la cabeza mientras sonrío ante sus palabras, y ante el guiño que me dedica justo al terminar de hablar. Elizabeth no será mi verdadera tía, pero la adoptaría como tal. 

-De todas formas, Charlotte -dice más seriamente mientras se acerca a mí, la olla llena de comida olvidada en el fuego-. En tiempos de guerra, el tiempo vuela. Friedrich se irá pronto, y Heinz se quedará. Si realmente quieres tomar una decisión... tendrá que ser rápido. 

Suspiro con pesadez, pero a la misma vez, estoy algo confundida por las palabras de Elizabeth, por lo que mi ceño se frunce con fuerza. 

-¿Me estás diciendo que tome yo la iniciativa? -pregunto sorprendida. 

Ella chasquea la lengua y vuelve a preparar nuestra cena. 

-¿Crees que Friedrich o Heinz lo harán? -pregunta con una risa de lo más sarcástica-. Ninguno de los dos tiene lo que hay que tener para tomar ese tipo de decisiones -asegura-. No es parte de su personalidad. 

-¿Tú qué harías? -pregunto con curiosidad y algo de desesperación. 

-¿Me preguntas a mí? -pregunta entre risas, esta vez genuinas, mientras se señala-. Elige al que más feliz te haga, Charlotte. Yo no voy a ser como tu abuela -asegura-. Ni siquiera como tus padres. 

LA HIJA DEL TIEMPO 2.5 (2º GUERRA MUNDIAL)Where stories live. Discover now