Capítulo 17.

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—Leyendo, genio —señala los carteles superiores que tiene cada estante indicando los diferentes géneros.

Ruedo los ojos.

—No mientas, ni siquiera te he visto levantar la mirada, vas directamente al estante y al pasillo justo.

Coloco el libro que tenía en mis manos en el estante dedicado a los libros de ciencia ficción.

—Costumbre, supongo —se encoge de hombros.

—No es la primera vez que te castigan mandándote a la biblioteca —no pregunto, lo afirmo medio divertido.

Miley me mira con una ceja arqueada.

—¿Crees que me aprendería el lugar de cada libro y enciclopedia, que conocería cada pasillo de la biblioteca por puro gusto? —bufa.

—Lo dices como si fuese la peor de las opciones.

—Lo es.

—Para ti —acoto.

—Hablo por mí, no por nadie más —termina de acomodar la pila de libros que llevaba en brazos y vuelve a tomar otra. La imito.

—La lectura hoy en día es tan poco común y las bibliotecas tan poco visitadas que la gente todavía sigue considerándolas un buen sitio para los castigos —digo pensativo.

—No es que ordenar libros sea la afición de todo mundo —responde Miley con voz distraída.

—Pero sí debería serla estar rodeados de ellos —no responde —. No podrías imaginar la paz que siento cuando estoy alrededor de libros, grandes estantes repletos de ellos. Es como estar rodeado de millones de mundos totalmente diferentes —sonrío cuando hablo.

Responde algo lo suficientemente bajo como para yo no llegar a escucharlo.

—¿En serio nunca has leído un libro? —cuestiono aún extrañado mientras continúo con mi labor de organizar los libros.

—De hecho sí —eso capta mi atención— el libro Nacho.

Su respuesta me saca tan de balance que cuando logro procesar sus palabras estallo en carcajadas.

—Eres algo épico, Miley —logro vocalizar luego de recomponerme.

Se encoge de hombros en respuesta.

Pasamos varios minutos en silencio, y estoy mordiéndome la lengua para no incomodarlas con las tantas preguntas que se estancan en mi garganta locas por salir. Sus movimientos por los pasillos son seguros y confiados, su rostro como siempre carente de emociones, y sus ojos enfocados en una sola cosa, lo que hace.

No me dirige ni una sola mirada y cuando comento algo solo asiente con la cabeza o con un sonido de garganta. Aunque sea raro de admitir, me pone nervioso, porque siento como si no le interesara en absoluto mi compañía, como si le diera totalmente igual, y yo me esfuerzo en sacarle conversación, en provocar gestos en su perfilado rostro o que me dirija aunque sea una mirada de fastidio.

Joder, ¿qué diablos me pasa? Parezco un puto necesitado de su atención.

Verme confundido o desinformado sobre algo me irrita demasiado, a pesar de que se que no debería ser así.

30 Días en detención ©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora