Capítulo 2

Depuis le début
                                    

—Usted me está vacilando.

—Cielo, no me interesas tú y mucho menos me interesa lo que tenga que ver contigo.—Sonrió de lado—. No te creas tan importante, no malgasto mi tiempo ni para vacilar.

Cyara estaría mintiendo si dijera que esas palabras no le habían afectado. Aunque no tenía sentido ya que ni siquiera se conocían y él le daba mala impresión. Le tenía miedo, pánico... Después de haber visto la escena que hizo frente a todos, ¿quién no tendría distancia con ese hombre? La simple idea de ponerse en el lugar de la joven le puso los vellos de punta.

—¿Qué está pasando por tu mente, niña?—cuestionó él mirándola, su mirada seguía igual de fría, dura y penetrante.

No pasó por alto el sobrenombre "niña", tal vez era más joven que él pero tampoco tanto como para llamarle de ese modo. Si fuera cualquier otro hombre le respondería mal, eso era muy típico en ella, pero por primera vez en su vida decidió tragarse las palabras que tenía en la garganta luchando por salir.

—Debo de irme, esto no es lo mío... Me siento confusa aquí, es tan extraño...—admitió.

—Eres una sumisa. —chasqueó él, ella lo miró horrorizada y negó rápidamente—. ¿No?

Muy dentro de ella sabía que él le decía la verdad. Que conocía mejor a las mujeres de lo que probablemente se conocía ella a sí misma. Sin embargo, no quería admitirlo. Su lado empoderado -o quizá su lado de hija de puta- no le permitía doblegarse así ante un hombre.

—Deja de luchar con todas las sensaciones que sientes, Cyara —le aconsejó —. Tu mente y tu cuerpo no juegan en el mismo equipo.

—Es fácil decirlo pero... ¿Qué hago?

—Tienes dos opciones: la primera es luchar contra ello, resistirte...—su mirada se volvió más profunda—. La segunda es dejarte llevar.

—¿Qué pasa si no quiero dejarme llevar?

—Es más fácil negar la sumisión, que entregarse a ella.

—¡Deje de decir frases ridículamente filosóficas y dígame qué hacer!—chilló—. Se supone que es un maestro.

—Primera cosita que tienes que saber si vas a ingresar aquí, no levantes tu tono de voz.—Frunció el ceño—. Nunca.

La forma en la que dijo esas palabras hizo que Cyara se encogiese, su piel se había erizado y su pulso acelerado, todo junto no era una buena señal.

—¿Qué pasa si lo hago?

—Castigo.

—¿Qué clase de castigo?— preguntó en voz baja; débil.

—No quieres saberlo, Cyara —susurró él, sus pupilas se encontraban dilatadas, dando a entender que él ya se había excitado y que la lujuria corría por sus venas.

—¿Ahora mismo quieres castigarme?

—Si —admitió.

—Hazlo —susurró ella, pasó su lengua por sus labios al sentirlos secos. Así, como si estuvieran protagonizando la siguiente saga escrita por E. L. James, se sumió en su papel de protagonista y siguió ese falso guión que llevaba escrito en la mente y que, a su parecer, él estaba correspondiendo.

—No puedo ponerte una mano encima sin antes firmar un contrato —dijo con voz pausada—. Hay muchas cosas de mi mundo que no sabes, tienes que caminar antes de correr.

—A mi me gusta correr...

Mentira.

Odiaba correr.

Oscura tentación Où les histoires vivent. Découvrez maintenant