Capítulo 19: De las palabras a los golpes

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-Puedes pasar, Weasley.- le dijo la señora Nott, que, aunque supiese su nombre, parecía incapaz de hacer más cercana su relación.

Louis asintió. Se levantó, haciendo mover su capa por donde pasaba. Abrió la puerta y la cerró tras de sí, ya que los padres del paciente habían seguido el pasillo hasta la salida. Se conocía tan bien aquella habitación que supo exactamente dónde mirar para encontrarse a Chris.

Fruncía el entrecejo y le miraba como si fuese un extraño, con la mirada con la que lo conocía. Le había crecido su cabello negro y le rozaba los hombros. Estaba peinado, no como las otras veces que había ido a visitarle. Tenía un pijama puesto, uno azul celeste que le habrían traído sus padres con botones en la parte superior y con una textura fina. No sonreía como Louis esperaba que hubiese hecho.

La Sanadora que se encontraba extrayendo sangre del brazo de Chris acabó su tarea. Se dio cuenta del silencio que había entre ambos y carraspeó. Miró a Louis con aspecto serio. Se llamaba Beatrice Grant, tenía casi cuarenta años y se pasaba horas charlando con el joven Weasley en Navidad.

-Me temo que los señores Nott no te lo han contado...-suspiró.- Christopher Nott sufre amnesia retrograda.- sentenció. Louis tragó saliva esperando que explicase exactamente en qué consistía aquello.- Cuando el cerebro sufre una lesión, en ocasiones sufre amnesia postraumática en la que pierde memoria sobre los eventos que acontecieron antes del accidente. A menudo, es acompañado por amnesia anterógrada, en la que se dificulta la creación de nueva información. En cambio, el señor Nott padece la retrograda, aquella en la que no recuerda momentos del pasado. Hasta lo que hemos podido deducir, no tiene recuerdos desde hace más de siete años. Le pediría, por lo tanto, que no le sature con información sobre usted, sus amigos o sobre Hogwarts, puesto que, en su mente, aun no le ha llegado la carta de Hogwarts. Sabe que existe la magia, puede reconocer a sus padres y no tiene un comportamiento de niño de diez años, lo cual nos sorprende muchísimo. Tampoco tiene conocimiento sobre los asuntos que conciernen al mundo mágico actual, y esperamos que usted pueda ayudarle, siempre y cuando le dé su tiempo para asimilar todo.

Louis sintió una fría bofetada de sentimientos en su rostro. Respiró con dificultad y se llevó su tiempo para asentir. Respiró fuertemente y tuvo que apartar la mirada de los inocentes y claros ojos de Nott. No sabía hasta qué punto iban a llegar las consecuencias.

-¿Recuperará la memoria?

La Sanadora frunció los labios.

-El tiempo lo dirá.- se marchó de la habitación dejando a la pareja sola.

Desprotegida. Vulnerable. Louis se sintió terriblemente solo. Sin apoyo. Cohibido. Le había costado muchísimo tener tanta confianza con Chris. Cuatro años. No podía arreglarlo en minutos. En semanas. No podría besarlo. No podría abrazarlo. O decirle, simplemente, que lo echaba de menos.

-Así que tú eres mi mejor amigo, ¿no?- Louis alzó la mirada hacia su amigo. Le miraba serio. Algo avergonzado, tal vez. Louis tenía un semblante petrificado.- Mis padres me han hablado de ti. Dicen que te has preocupado mucho por mí. Te lo agradezco... Somos muy buenos amigos, ¿no?

-Sí, algo así...- musitó Louis, sin asimilar del todo aquella situación.- Sí, somos muy buenos amigos. Vine aquí en Navidad a verte mucho, no dabas mucha conversación pero al menos sabía que estabas bien- añadió, buscando que sus palabras sonasen a una conversación normal con Chris. No lo era. Probablemente jamás volvería a serlo. Otra cosa en la que Louis no parecía un Weasley: era tremendamente negativo. Pesimista.

Chris esbozó la primera sonrisa sincera. Aquella que daba cuando algún extraño le hacía un cumplido. Extraño. Eran extraños.

-¿Mis amigos sois tú y Lucy, no? Según mis padres.- el joven sonrió.- Me alegro de tenerte como amigo, Weasley.- comentó Chris.

La tercera generación IIIWhere stories live. Discover now