Entraste a mi vida como si de un terremoto en una ciudad en ruinas se tratara. Lo curioso es que en vez que destrozar todavía más esas ruinas, lo colocaste todo en su sitio, haciendo que esa pequeña chica volviera a sonreír de verdad, dejando las falsedades aparte. Cada abrazo, cada sonrisa, cada mirada, cada susurro, cada mensaje, cada beso...hacen que ella vuelva a tener motivos para sonreír, para gritar de alegría en medio de una calle llena de gente indiferente, volver a ser esa loca de sonrisa en la cara que siempre tenía algo bueno que pensar, dejando atrás a esa otra chica en la que se había convertido. La chica suicida y depresiva se ha ido y parece que para siempre; no más lágrimas condenadas por la desesperación, no más depresiones que la rompían de manera continua, no más tardes encerrada sin hacer nada. Ahora tiene amigos y también lo tiene a él. Ella no lo entiende y en la oscuridad de su habitación se sienta en la cama mirando el techo como de costumbre, pero esta vez una sonrisa en su cara llena de esperanzas, ella no entiende y cree que jamás entenderá el hecho de que alguien la quiera.
