COVID-19

17 1 0
                                    


Estoy triste y las lágrimas caen incluso más veloces que ayer. El virus no está en mi sistema pero ha entrado a mi cerebro, lo cual es más peligroso.
Te extraño, tengo días sin verte y la necesidad de abrazarte y perderme en tus labios me mata.
El miedo crece poco a poco y es que hasta ahora he entendido que soy yo quien está en aislamiento pero no mi padre. Lo he visto ir y regresar del trabajo, con una mirada que esconde ya muy poco la preocupación, llega y va directo a la ducha para después estar con nosotros en la sala sin ni siquiera poder darnos un abrazo o tomarnos de la mano.
Mi abuela está sola en casa, ni siquiera puedo ir a verla por temor a contagiarla; si eso pasara jamás me lo perdonaría.
Ya limpié, medité y me ejercité. Estoy a nada de tomar la biblia que se esconde al final de mi ropero para leer lo primero que me encuentre al abrirla. Necesito palabras de aliento, paz en mi corazón, un descanso del alma. Anoche en busca de esa paz me arrodillé y al quedar frente a frente a nuestra foto solo pude llorar, quise decir tantas cosas pero nada pudo salir de mi boca, sentí que mi cuerpo pesaba cada vez menos hasta que terminé en el suelo y me quedé completamente dormido. Cada noche he tenido pesadillas y aunque despierte la pesadilla que más me atormenta sigue ahí, en gran parte del mundo. Ojalá termine pronto.

Je hebt het einde van de gepubliceerde delen bereikt.

⏰ Laatst bijgewerkt: Jul 12, 2020 ⏰

Voeg dit verhaal toe aan je bibliotheek om op de hoogte gebracht te worden van nieuwe delen!

Cartas a SofíaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu