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Sus ojos cerrados y su respiración calmada hacían pensar que se encontraba bien, que se encontraba tranquila, que sólo estába durmiendo, pero sus bajas pulsaciones eran preocupantes.

La peliblanca acarició con delicadeza la cabeza de la joven chica mientras su pulso era tembloroso y en su rostro se podían observar unas notables ojeras, señal de no haber podido descansar muy bien.

El sonido de la puerta siendo tocada con cuidado resuena, pero no hay ninguna respuesta por parte de la mayor.

— Ya estámos aquí. —se encargaron de avisar los que recién entraron por la puerta.

La jóven no hablaba, sólo observaba a la chica puesta en camilla, conectada a un montón de cables y con la vía respiratoria. Sus ojos cerrados, su semblante calmado.

El corazón de la ojivioleta se aplastaba con más intensidad por momentos, tenía miedo de perder a su mejor amiga, a la chica que ama su hermano con todo su corazón.

— T/n... Despierta, por favor.

Pidió ella, besando su mano, con las lágrimas volviendo a ella. Aquellos chicos que entraton tampoco se veían bien. El de cabellos a mitades se podía ver más apagado de lo que ya era, con la vista perdida. En cambio... Al de pelo avioletado, se le podía notar como sus ojeras se multiplicaron en consideración, su cabello despeinado y su desaliñada ropa lo hacían ver como realmente estába, hecho una mierda.

Se acercó a su hermana, a la cual cogió por los hombros, abrazándola con cariño y haciéndole señas a Todoroki para que ocupe el lugar en el que él se encontraba ahora mismo.

Después de pasarla a los brazos del heterocromático, el cual la abrazó con fuerza, él se arrodilló al lado de la camilla, besando la mano de su amada con sumo cuidado.

— T/n... Mi dulce y hermosa T/n. Siendo fuego y a la vez hielo. Siendo vida y a la vez muerte. Mi dulce demonio guardián, princesa de mi soledad, por favor, te pido que vuelvas. Ahora mismo es todo tan doloroso que no me puedo imaginar una vida sin tí. Una vida sin tu sonrisa, sin tu risa, sin tus saludos, tus tonterías, tus cartas...

A la vista de él no parecía haber ningún cambio pero, en su corazón había una pequeña llamita, que al escuchar eso, puso en marcha todo su funcionamiento. Su corazón volvía a later con una bonita fuerza.

Cartas. [Hitoshi Shinsō]Where stories live. Discover now